ROWAN. Diario del científico corredor.
por Antonio Santana Calero @runningmanzen
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Capitulo I. Llegada y encuentro
Para pequeñas criaturas como nosotros la inmensidad es soportable solo a través del amor.
Carl Sagan
Era una mañana de Agosto de 2018, ese día había madrugado y aunque estaba cansado, el entusiasmo me lo hacía mucho más llevadero. Había llegado a Lanzarote, y después del ajetreo típico del aeropuerto, cogí un taxi que me llevó lo más rápido hasta el puerto de Órzola. Mi mente y mi corazón estaban puestos en la pequeña aventura.
Correría la Isla de la Graciosa y podría adentrarme en su sosegado paisaje árido pacífico, en mi mente lo comparaba como contemplar Marte desde un gran Telescopio.
Como astrónomo, astrofísico y cosmólogo, casi por defecto de formación, investigo de forma drástica de todo acerca de lo que me interesa .Sabía de ante mano que es una isla muy pequeña, bella, de características estrato-volcánicas. De tan solo unos 29,05 km2, que está situada en el Océano Atlántico y pertenece al archipiélago chinijo (pequeño), que a su vez pertenece a las Islas Canarias (España). Más exactamente a una Longitud: O13°30'37.94" Latitud: N29°14'58.63". Su punto más alto es de 266 metros sobre el nivel de mar y cuenta con una población de 734 habitantes.
Una vez más estaba el “gran” astrónomo Rowan Meyer, siendo preciso al recabar datos. Desde niño demostraba ciertas habilidades para el orden, la paciencia y la precisión en todo lo que hacía. Quizás se agudizaron y estimularon, al recibir enseñanzas en una escuela libre con pedagogía Walrdoft en Alemania. Mi padre es alemán (Munich) y mi madre es española concretamente de la isla de Gran Canaria. Viví felizmente entre esos dos “mundos”, enriqueciéndome profundamente a muchos niveles. Podría seguir relatando mi vida y todos mis viajes a las distintas universidades hasta llegar al punto en el que estoy hoy, pero me ocupa otra historia bien distinta y no es otra que relatar mis días en la Graciosa y su importancia
Preciso como un reloj suizo y la seriedad de la educación alemana, estaba a la hora y en el lugar adecuado cargando mi mochila junto a mi pequeña caseta de campaña. Se hace todo muy rápido y en contacto directo con la tripulación del pequeño ferry de las Líneas Romero.
Mi entusiasmo y mi sonrisa crecen por momentos, surcando rumbo a La Graciosa. La marea está estupenda, un sol radiante, la brisa y olor a sal, me hacen recordar mi infancia en la playa de Las Canteras (Isla de Gran Canaria, Islas Canarias).
Repasaba mis notas y el recorrido que iba hacer, las montañas que subiría, las distancias diarias, la hora que me iba a levantar, el desayuno e incluso los momentos de relax.
No suelo dejar nada a la improvisación, pero siempre atento al “factor sorpresa”, que me pueda poner en algún apuro… Tampoco es que fuera a cruzar el desierto del Sahara. Pero yo soy así de planificador, que le vamos hacer… Hace tiempo alguien me dijo: “¿Para qué sirven los planes?, sino para cambiarlos”. Pues eso hago a menudo, planifico de forma exhaustiva mis objetivos, incluso triviales, pero me gusta dejarme sorprender por lo inesperado…siempre hay algo que nos sorprende o llama nuestra atención y puede hacer incluso que cambie el rumbo de nuestras vidas. Simplemente hay que estar atentos y receptivos a lo que nos rodea y acontece.
Pasados unos cuarenta minutos estaba en Caleta de Sebo y cargado con todos los bártulos, me dirijo al camping en la playa de El Salado. El sol estaba siendo despiadado y rondaban los 30º C., mi camiseta estaba empapada de sudor y la cara me ardía, pero yo seguía caminado hacia el camping. Tras unos instantes, y algo de duda alquilo una bicicleta de montaña. Aquí no hay carreteras de asfalto y la isla se conserva de la construcción masiva, ya que en el año 1986, fue declarada parque natural y a excepción de los dos únicos núcleos poblados existentes: Caleta de Sebo y Pedro Barba, es territorio patrimonio del Estado, y está adscrita a la red nacional de Parques Nacionales, dependiendo del Ministerio para la Transición Ecológica, desde 10 de octubre de 2002. Que conste que estos datos, los fui leyendo y memorizando mientras estaba en el ferry.
La bicicleta que alquilé estaba bastante usada, algo polvorienta y bien amortizada, los chirridos diversos que emitía no eran la mejor compañía durante el trayecto, pero si lo hacía más rápido y llevadero.
Mi estancia en el camping, estaba dispuesta para una semana, aún no estaba claro cuánto tiempo iba estar, aunque si sabía que recorrer la isla a pie iba a ser lo más rápido posible.
Tardé unos 30 minutos en instalarme en la parcela que me correspondía. Fue muy rápido, no tenía demasiadas cosas, lo dispuse así por una cuestión de comodidad al cargar la mochila y la caseta. En pocas palabras: no quería exceso de equipaje. Aun así, con el inventario en mente supe que tendría que comprar más comida y agua. Pero antes, debía tomar un baño y cambiarme de ropa. De camino a las duchas del camping, ocurrió algo que cambió de una forma radical y muy agradable mi pequeña aventura y mi vida. Crucé la mira con una chica joven muy guapa, de piel morena y el pelo negro azabache, su mirada intensa de ojos rasgados irradiaba dulzura y sus labios carnosos sonrientes, me hicieron tropezar y perderme… Llevaba tanto tiempo solo, que por un momento dudé en identificar lo que me estaba ocurriendo. Sí, sentí atracción. Una atracción inigualable por esa mirada de ojos verdes y por la forma de apartarse el pelo con la suave brisa marina. Llevaba puesto un bikini blanco y una pamela para protegerse de los rayos del sol, era realmente atractiva, cautivadora y envolvente y me llevó en volandas hasta las duchas.
Estaba leyendo el libro Contacto (creo que por décima vez), mientras descansaba dentro de la caseta y tras unos minutos, me quedé plácidamente dormido durante aproximadamente hora y media, creo que el día pasó demasiado rápido, desde mi percepción mental científica. Pero me decía a mí mismo, que debía relajarme, a fin de cuentas había cogido un año sabático. Me auto-presioné durante muchísimo tiempo, y más aún creo que siempre, los que me rodeaban en mi entorno científico, esperaban lo mejor de mí, en muchos sentidos. Tenía una veintena de publicaciones científicas y creo que me parecían pocas. No estaba compitiendo con nadie, solo me entregaba a mi pasión y a lo que yo llamé el no trabajo. Tengo que reconocer que debido a esto, descuidé bastante lo relacionado a mi vida sentimental. En mi opinión el hecho de que otra de mis pasiones como ha sido correr alrededor del mundo, me había convertido en una persona solitaria e introspectiva. No lamentaba nada, ni echaba nada de menos, pero me daba cuenta de que durante mucho tiempo me ausente del “mundo real”.
No paraba de pensar en la preciosa mujer que había visto por la mañana y deseaba encontrarme con ella nuevamente. Me dio la sensación de que estaba sola, y si no era así, es lo que quería.
Dejé la bicicleta en la puerta del supermercado, me había desplazado a Pedro Barba, a comprar víveres suficientes. El bullicio de los numerosos turistas que se movían por los pasillos estrechos, me incomodaba pero me hacía cargo de que esto debía ser normal.
Apareció ante mí, inesperadamente en medio de uno de los pasillos, era el “angel” que había visto en el camping. Me había obnubilado durante unos instantes, que se me hicieron eternos. Me armé de valor al ver que no estaba acompañada y me aproximé a ella mirándola a los ojos. Ella se rindió ante mi mirada, fija y decidida.
- Hola. ¿Qué tal, estás?, discúlpame si soy tan directo, normalmente no lo soy, mmm… es que esta mañana te vi sola y me preguntaba, si podría invitarte a un café. Por cierto, soy Rowan. Suspiré y mis hombros descendieron de alivio.
Sonrió, balanceó lentamente su cuerpo y me miró muy profundamente y dijo:
- ¡Estaría encantada!. Sonreía y se apartaba el pelo de la cara.
- ¡Pues vale!. Es lo más original que se me ocurrió decirle en ese momento.
Me sentí bastante vulnerable y tonto. Después de todo creo que no debía ser demasiado exigente conmigo mismo, en cada una de las cosas que hago…
- Aquí cerca hay un sitio en el que preparan un café buenísimo, y creo que es un buen sitio para poder hablar y conocernos. Es de eso de lo que se trata…Mi nombre es Naomi.
Mientras, me decía su nombre, delicadamente se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla que me hizo sonrojar y a la vez sentirme el hombre más afortunado del mundo.
Perdí la noción del tiempo, mientras miraba como hablaba, como sonreía y deseé que ese momento fuese eterno. Me gustaba, me gustaba como me miraba y lo que hablábamos.
- Soy media japonesa, media australiana, estudié educación infantil en Japón y ahora llevo un año viajando en solitario por el mundo.
- Vaya, que puedo decir. Me parece estupendo y considero que eres una persona muy valiente. ¿No sientes miedo?
- ¿Miedo?, ¿por qué he de tener miedo?, preguntó Naomi con curiosidad
- Pues, ¿a viajar sola?. Pregunté, dejando por sentado que me parecía una mujer encantadora y con cierta fragilidad.
- Verás, desde muy pequeña me he valido por mi misma. Mi educación fue muy estricta en Japón, y además mi padre se encargaba de que así fuese.
Noté, que se había puesto algo más sería, incluso triste
- Disculpa, si te he incomodado con mis preguntas. Le dije con algo de estupor.
- No te preocupes, no ha sido para tanto, pero ahora debo de irme, tengo que hacer algunas cosas, antes de que anochezca. Naomi se levantó con decisión para pagar la cuenta.
- Yo invito,… ¿te parecería bien vernos mañana?. Pregunté con cierta vergüenza.
- Si claro, por supuesto. Eres una persona muy agradable y me alegro de haberte conocido, hasta mañana.
Salió de la cafetería, con su sonrisa carismática, pero su mirada transmitía cierta tristeza. Me quedé desolado, algo pensativo y confuso. Pensé por un momento que había dicho algo malo, o le recordé algo que no le apetecía hablar. Seguí sentado, en la cafetería, dándole vueltas a la cabeza a los gratos y nuevos acontecimientos. Ahora estaba ella, y me importaba, no podía quedarme con la duda, sí, podía ser la indicada después de tanto tiempo. Creo que había llegado el factor sorpresa, era el momento de cambiar mis planes definitivamente y sin lugar a dudas. Con energía e ilusión regresé a mi caseta con la intención de acostarme temprano, y ver cuanto antes a Naomi.
Más tranquilo y relajado me dije a mi mismo como de un mantra se tratase: “Todo está bien, mañana sale el sol”.




1 comentario
albertochimal
Profesor PlusHola, Antonio. Muchas gracias por entrar al curso y felicidades por completarlo. Espero que lo que vimos te haya servido y te siga sirviendo.
Acabo de leer “Rowan” -que por lo visto es el primer capítulo de un texto más extenso- y te voy a dejar algunos comentarios. Como siempre digo en estos casos, a pesar de que algunas de las observaciones no sean positivas o no se concentren en lo que más te interesa de tu propio texto, por favor no las tomes a mal. Considera que se hacen con la intención de ayudar a que sigas mejorando tu trabajo, y que en cualquier caso son opcionales. Tú puedes decidir qué te parece conveniente y qué no de los consejos que recibas, sin importar de quién vengan.
De este primer capítulo me parece interesante tu versión de la figura del científico un poco distraído, aunque muy bien provisto de datos, que se encuentra con la "vida real". Es un personaje clásico al menos desde hace un par de siglos. Incluso en nuestra época, tan anti-intelectual como es, esa figura tiene su encanto.
Dicho lo anterior (y siempre pensando que, como tú indicas, esto parece el comienzo de una narración más extensa), me parece que esta presentación de Rowan tiene algunos problemas que deberían considerarse. (NOTA: si efectivamente estás haciendo un texto más extenso, todo esto debes guardarlo para cuando hayas avanzado más o incluso terminado la narración entera: no es recomendable ponerse a corregir interminablemente un texto antes de terminarlo, porque se corre el riesgo de no llegar nunca al final.)
Si no la conoces aún, no debes perderte la novela Palomar de Italo Calvino. Cuando la empieces a leer verás por qué te la recomiendo.
Una vez más te agradezco y te deseo éxito y suerte en todos tus proyectos futuros.
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