Las profundidades
por Mauricio Soto @armando_sotona
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Día 1 de abril de 2073, la humanidad ha alcanzado las estrellas, y los viajes tripulados hacia otros planetas es el pan de cada día. El cielo nocturno es cada vez más interesante, por el simple hecho de pensar y saber que, en alguna parte del espacio, hay personas viendo a la tierra desde otros planetas. Sin embargo, hoy es un día especial.
Día 1 de abril de 2073, primer viaje tripulado a lo más profundo del océano. La gente estaba emocionada y al mismo tiempo intrigada. ¿Cómo fue posible que la humanidad se haya olvidado del océano y sus misterios? La noticia era transmitida por los distintos hologramas y pantallas de luz ubicadas en todas las plazas del mundo. Los periodistas y camarógrafos estaban presentes en sus transbordadores magnéticos, y el público físico estaba sentada pacientemente de bajo de una nube artificial. Los periodistas entrevistaban a la tripulación del Submarino Rd16, la cual estaba conformada por 5 tripulantes: el biólogo marino Ernesto Filigan; la Ingeniera que desarrolló el submarino, Laura Pierre; el buceador profesional Octavio Goldster; la ingeniera en materiales Rebeca Contreras, y la inteligencia Artificial Médica conocida como Goglov.
Ellos 5 serían los primeros en conocer en persona las profundidades abismales yacentes en el océano.
Los entrevistadores lanzaban preguntas sobre lo que iban a hacer los tripulantes: ¿cómo se sentían al saber que estarán miles de metros bajo el nivel del mar y que la luz no llega hasta las profundidades oceánicas? ¿Será posible encontrar a otros seres vivos capaces de existir a esas profundidades, sometidos a la presión que hay en esa zona? ¿Cuánto tiempo estarían en las profundidades abismales? Los entrevistados contestaron con las más sinceras respuestas, siempre con una sonrisa de emoción y miedo; ellos saben los riesgos que existen en un lugar tan peligroso y desconocido, sin embargo, todos los cálculos, el diseño de sus trajes y del submarino, adjuntándole el tipo de material que desarrollaron a lo largo de los años les permitió crear un material capaz de mantener su forma a presiones exorbitantes, y todo esto les da el bienestar de la seguridad en aquellas profundidades aún inexploradas.
Los periodistas y los camarógrafos registraron ante las cámaras el momento exacto en que los tripulantes del Rd16 abordaron al submarino, concluyendo así la gran noticia del momento, dejándolos a la espera de nuevas noticias. “5 tripulantes a bordo del submarino Rd16, con el objetivo de ver por vez primera las profundidades abismales de los océanos, han salido a su aventura exactamente a las 12:43 pm”, esa era la noticia titular en todas las pantallas del mundo.
Al descender los primeros 50 metros, los tripulantes del Rd16 se maravillaron por la belleza de los biomas marinos: peces enormes y distinta flora acuática flotaba y ondulaba por corrientes marinas.
173 metros. Varios cefalópodos merodeaban los alrededores del submarino, y era emocionante para todos los tripulantes la hermosa vista que el basto océano puede ofrecer, pero era mucho más que emocionante para Ernesto Filigan, ya que esa era su vida, su vocación, su razón de ser, su pasión, y quedó aún más extasiado cuando vio a las medusas. Todos estaban en la parte central del Rd16, en la sala de observación, donde una gran bóveda de biovidrio les permitía observar a las majestuosas medusas que cruzaron por encima del Rb16. En eso, Ernesto comenzó a hablar sobre aquel curioso ser vivo; nadie se atrevió a cortar la inspiración que derrochaba cada una de las palabras del científico, así que tomaron asiento y disfrutaron de la charla acerca de las medusas, menos Goglov, el cual estaba preparando algo para que los otros tripulantes comieran, ya que sus sensores de fuerza vital le advirtieron que los tripulantes debían comer.
Cuando bajaron un par de metros más, las medusas ya no eran apreciables, y Ernesto dejó de hablar de ellas, sin embargo, Octavio Goldster quiso compartir una experiencia que tuvo buceando en las frías aguas del antártico, y sobre la vez que la picadura de una medusa le hizo dejar el buceo por dos meses. Así que Octavio comenzó a hablar, y Rebeca, Laura y Ernesto pusieron atención.
Octavio Goldster les contó que una vez que él estaba buceando a unos 83 metros de profundidad en las frías aguas del antártico cerca de un cúmulo de hielo para recolectar una muestra de ese cúmulo, vio algo a unos 13 metros más debajo de donde él se encontraba. Vio algo grande y blanco, de alrededor de dos metros de largo. Al principio pensó que era la cola de una ballena, pero no tendría sentido alguno, así que se quedó viendo fijamente a esa extraña forma, hasta que algo le erizó la piel…
No era la cola de una ballena, porque las colas de ballena no tienen 5 extremidades. Lo que Octavio les contó a sus compañeros fue aterrador y enervante; lo que vio ahí abajo no era una cola, eran los dedos de una mano. Una mano blanca y gigante, que era tragada por el agua turbia y fría del fondo antártico. No lo había contado antes, porque nadie le creería, pero sabía que en esa expedición podrían encontrarse con cualquier cosa, y eso le dio la confianza de contar ese traumático suceso.
Todos sintieron un malestar general por imaginarse tal acontecimiento; la piel de los oyentes se erizó, y un frío recorrió toda la sala. Hasta que Ernesto, viendo el vacío, dijo.
-Ningen.
874 metros de profundidad, el Rb16 viajaba a una velocidad moderadamente rápida, pero hacía paradas cada 100 metros para que el material del que estaba hecho el submarino pudiese asimilar la presión del exterior. Habían pasado aproximadamente 7 horas desde que salieron de la superficie y se adentraron al mar.
De pronto, la luz se apagó. Todos gritaron de miedo, ya que fue algo muy repentino, sin embargo, Laura Pierre, como ella fue quien diseñó el submarino, sabía lo que estaba ocurriendo.
Debido a que estaban a una profundidad mayor a 200 metros, estaban muy adentro de la zona afótica, por lo cual el submarino ya no podía generar luz a partir de los rayos solares.
Pasados unos minutos, un chasquido resonó por toda la nave, y poco a poco la luz hizo acto de presencia, tranquilizando a la tripulación. En eso, Goglov llega con tazones llenos de una sustancia viscosa, pero de buen olor. Rebeca le pregunta a Goglov el contenido de esa extraña comida, y la inteligencia artificial comienza a dar una lista sobre los ingredientes exactos, el valor nutricional y el porqué de su presentación en el tazón. Rebeca no dijo nada más, y le dio un sorbo a su alimento.
4000 metros. Aparentemente el submarino hizo menos paradas. Por el biovidrio sólo se podía presenciar oscuridad y vacío, oscuridad espesa, tan espesa como si se pudiese tomar con las manos. Hasta que un destello resaltó en la lejanía del agua. Todos lo vieron, impactados y aterrados, ya que fue algo muy repentino; de pronto, el destello se apagó. Pasaron unos segundos y volvió a brillar.
Al instante, Ernesto pensó que era bioluminiscencia, provocada por algún animar abisal, pero Laura y Rebeca no estaban tan seguras.
Esos colores y ese patrón lo habían visto antes, mientras hacían pruebas con el diseño y el material del submarino y los trajes. En sus pruebas, dejaron caer una cámara hecha del mismo material con el que está hecho el submarino en una parte cercana a la zona hadal, y en lo que la cámara registró, vieron exactamente el mismo patrón y colores. No estaban seguras si era un animal, pero sabían que era algo grande. Lamentablemente, el registro de audio fue afectado por el sonido del agua.
El submarino se detuvo, y una voz resonó por toda la nave: “asimilación de presión en proceso. Tiempo estimado de espera: 1 hora”. Aparentemente habían descendido hasta los 5000 metros de profundidad.
Todos los tripulantes estaban agobiados por el viaje, sabían que lo que estaban haciendo era algo grande, pero los riesgos eran de la misma magnitud. Todos estaban en la sala central del Rb 16, esperando a que la asimilación terminara. El silencio abismal dominaba el submarino, hasta que Goglov decidió hablar.
-El patrón de luces representa un código morse. No está claro el mensaje; sólo son letras sin sentido- dijo. Todos sintieron un malestar indescriptible; las cosas eran cada vez más extrañan a cada metro que se desciende.
“Asimilación de presión en 87%”, dijo la voz de la nave.
Los tripulantes, aún en la sala central del Rb 16, se pusieron a jugar cartas para poder pasar el tiempo, y poder bajar la tensión que se había generado anteriormente. Poco a poco comenzaron a sentirse mejor, hasta que Rebecca vio algo a fuera de la nave.
Ella se puso de rodillas y comenzó a temblar, ya que lo que vio en la negrura del fondo oceánico la dejó perturbada. Octavio fue a calmar a Rebecca, mientras que Laura y Ernesto se asomaron por la ventana de biovidrio del submarino, sólo para presenciar lo que Rebecca había visto. Una cosa resplandeciente de forma humanoide estaba inmersa en la lejanía, resaltando como una única estrella en la oscuridad y vacío del espacio.
Laura y Ernesto estaban perturbados e intrigados, ¿qué era esa cosa? Nadie lo sabía. Goglov vuelve a hablar.
-Sensores de cordura a 45%. Ignoren las alucinaciones.
Octavio estaba abrazando a Rebecca para poder calmarla, pero ella sólo se levantó y comenzó a reír histéricamente. Tomó su traje de buceo y se dirigió a la zona trasera del submarino. Ernesto vio aquel comportamiento, y junto a Octavio, decidieron seguirla, mientras que Laura seguía observando a esa cosa.
Laura seguía viendo por la ventana, hasta que algo le llamó la atención; otra figura humanoide se hizo presente. Cuando se volteó para avisar del cambio en el campo visual, se dio cuenta de que no había nadie. Ella llamó a sus compañeros, pero nadie contestó. Al ver los trajes, se dio cuenta que faltaban dos; los trajes de Rebecca y Octavio no estaban en su lugar.
Laura corrió hacia la ventana, y ahora Ernesto estaba ahí, siendo espectador de la oscuridad. Cuando se acercó a la ventana, vio que Ernesto tenía lágrimas en los ojos, y en el campo visual del submarino se podían apreciar 3 figuras humanoides.
-¿Qué ocurrió?- Preguntó Laura.
-Salieron. Dijo Ernesto. -Rebecca salió del submarino, repitiendo una y otra vez la misma palabra; “madre”. Octavio no podía dejarla, así que salió con ella para poder regresarla al submarino.
Laura y Ernesto veían cómo Rebecca se acercaba cada vez más y más a esa extraña figura, hasta que Octavio la tomó del brazo. Rebecca comenzó a forcejear con él, hasta que, de alguna forma, se pudo colocar detrás de él. Tomó su cuello, y le retiró su casco.
Laura y Ernesto sólo vieron cómo una cabeza cedía a la presión del abismo, dejando pedazos de carne y materia gris flotando en la fría oscuridad, mientras que Rebecca era consumida por esa forma humanoide. Cuando esa cosa terminó de consumir a Rebecca, se dirigió rápidamente a los restos de Octavio; esa cosa es rápida, muy rápida. Y de la misma forma que apareció, se esfumo. Laura y Ernesto sabían que estar ahí era morir tarde o temprano, que fue un error haber llegado tan lejos. Pero, por desgracia, ya habían descendido más.
Ya habían pasado los 6000 metros de profundidad. El submarino aún estaba intacto, pero sólo quedaban 3 tripulantes. Pasados unos minutos, el submarino se detuvo, y la voz de la nave comenzó a hablar.
“Se ha llegado a la zona hadal, favor de permanecer dentro de la nave”. Laura y Ernesto estaban paralizados, no sabían qué hacer. El silencio reinó de nuevo. Pero Goglov, junto a la nave, dieron un aviso sumamente aterrador.
Ambos, al unísono, dijeron:
“se ha detectado una forma de vida de dimensiones colosales, favor de mantenerse dentro de la nave”.
Laura y Ernesto se dirigieron a la cabina de mando del submarino para poder programar el regreso a la superficie, y cuando terminaron de hacer los ajustes para regresar más de 6000 metros de profundidad, y recalibrar el submarino para hacer la menor cantidad de paradas de asimilación posibles, Goglov volvió a hablar.
“Sensores de cordura a 17%, favor de regresar a la superficie lo antes posible”.
Ya todo estaba listo, el submarino estaba programado para un viaje aproximado de 20 horas para regresar a la superficie, con la descompresión mínima requerida para no explotar por el cambio de presión. Sólo era cuestión de esperar. Mientras aún tenían uso de razón y un poco de cordura, Laura y Ernesto decidieron hacer un registro de audio para poder plasmar, con sus propias palabras, lo que hay en el fondo oceánico.
Se acercaron a la unidad médica Goglov, y comenzaron a grabar sus palabras y conclusiones:
Mi nombre es Laura Pierre, ingeniera en desarrollo de naves acuáticas y submarinos, junto con mi compañero, Ernesto Filigan, biólogo marino; estamos en la zona más profunda del océano, la zona hadal, y fue una mala idea.
Ernesto toma la palabra y comienza a hablar.
Hay cosas que es mejor dejarlas sin respuesta. Anteriormente experimentamos lo que pudo haber sido, probablemente, un mecanismo de hipnosis por parte de algún ser abismal, el cual tiene una simbiosis con otro ser vivo de figura humanoide para poder conseguir alimento. Rebecca Contreras fue la que estuvo mayor tiempo expuesta a este mecanismo, por lo cual su cordura bajó a porcentajes alarmantes. Exponiéndose directamente a la figura humanoide, y atacando a Octavio Goldster, otro miembro de la tripulación, al momento de ayudarla a regresar al submarino…
El submarino comenzó a elevarse en dirección a la superficie, pero algo se aferró a la nave.
Antes de que Laura pudiera dar otro testimonio, el submarino recibió daños por algo en el exterior. El agua y la presión comenzaron a entrar al submarino, y en el audio sólo se pudo registrar los gritos desgarradores de Laura y Ernesto, siendo aplastados por la presión del fondo oceánico, más un enervante sonido que quedó grabado en el registro de audio de la unidad médica Goglov, un sonido profundo y resonante de un ser vivo de dimensiones colosales, el cual siempre será desconocido.
1 comentario
albertochimal
Profesor PlusHola, Mauricio. Muchas gracias por entrar al curso y felicidades por completarlo. Espero que lo que vimos te haya servido y te siga sirviendo.
Acabo de leer "Las profundidades" y te voy a dejar algunos comentarios. Como siempre digo en estos casos, aunque algunas de las observaciones no sean positivas o no se concentren en lo que más te interesa de tu propio texto, por favor no las tomes a mal. Considera que se hacen con la intención de ayudar a que sigas mejorando tu trabajo, y que en cualquier caso son opcionales. Tú puedes decidir qué te parece conveniente y qué no de los consejos que recibas, sin importar de quién vengan.
a) no recomiendo poner una fecha explícita para acontecimientos futuros, porque es un recurso gastado que parece sugerir que el cuento vale solamente como profecía cuando puede tener otras cualidades; b) las "explicaciones" científicas parecen a veces muy importantes, como cuando se habla de la compresión y descompresión de quienes se sumergen a grandes profundidades, pero en otros momentos parecen hacerse de lado, como cuando un personaje se pone un traje de buzo y "sale" (¿cómo?) a un ambiente de altísima presión sin que haya ningún tipo de ajuste ni precaución explícita tomada dentro del submarino; c) me parece que el personaje de Goglov está desperdiciado, porque no ofrece contraste con la locura aparente de la tripulación humana al contrario del misterioso medidor de cordura del vehículo.
¿Conoces una película de los años ochenta titulada El secreto del abismo, de James Cameron? A lo mejor te serviría verla.
Pensando en más ejemplos, te dejo a continuación tres cuentos que tal vez te puedan servir. Todos ellos son de ficción especulativa, pero provienen de diferentes épocas y establecen su espacio, su tiempo y sus personajes de diferentes formas. A lo mejor te dan ideas para la revisión de tu propio texto. Los cuentos son este de James Blish, este otro de Robert A. Heinlein y "La historia de tu vida" de Ted Chiang (contenido en este archivo).
Una vez más te agradezco y te deseo éxito y suerte en todos tus proyectos futuros.
@armando_sotona
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