Carlos Enrique Sánchez Gómez

Carlos Enrique Sánchez Gómez

Atlántico, Colombia

Carlos Enrique Sánchez Gómez

Recuerdo en mi nacimiento, en primera impronta de mi memoria, que tenía una pelotica de letras y de números en relieve. Yo posaba mi dedito en cada uno de los símbolos mientras mi madre me contaba como se llamaba cada símbolo. La pelotita se me soltó de las manos y se fue por un abismo. La busqué durante un buen rato pero nunca apareció. Según me cuenta de mi madre, aún no cumplía los dos años cuando tuve mi primer encuentro con las letras. Mas adelante, descubrí las revistas de muñequitos, hoy llamados comics, y pequeños libros de cuentos cortos. En mi adolescencia, descubrí que eran resúmenes de las narraciones de Scheherezade en "Las mil y una noches". Eran libritos del tamaño de una carta de naipes y de unas veinte páginas donde había, en cada página, un dibujo en colores y abajo parte de la narración. Desde entonces, siempre he llevado libros en mi vida; los he devorado en los intermedios entre las clases, al terminar trabajos y exámenes y tener que esperar a que finalizáramos todos, en el transporte público, en las filas, en los paseos, en el trabajo, en fin, siempre he llevado un libro, como mínimo. Pero nunca he podido escribir nada medianamente parecido a un buen relato. Mis libros, mis archivos físicos y mis archivos digitales están repletos de notas, aforismos, pequeñas narraciones, aclaraciones y, sobre todo, preguntas. Pero no he escrito nada que medianamente se acerque a un buen relato. En el colegio, en la universidad, en la especialización en DDHH, en Filosofía, en los trabajos, en la maestría de Escritura creativa siempre he escrito lo que se ha mandado a redactar: resúmenes, ensayos, cuentos, poesías, un guion de cine para el grado de la maestría; pero nada he podido escribir que pueda darme una mínima satisfacción como las que me han producido las lecturas de Dickens, Víctor Hugo, Vargas Llosa, Chejov, S. Zweig, Gógol, Ovidio, Homero, Poe, Quiroga, Conan Doyle. La disciplina, la rutina, la concentración no las logro desarrollar. Cuando era joven me escudaba en que trabajaba, estudiaba y tenia hijos, todo a la vez, a los que rendirles mis esfuerzos. Pero hoy, ya he superado esas etapas de la vida y, sin embargo, no logro organizar mi tiempo, crear mi disciplina y mi rutina, organizar las notas y el esquema. Aunque estoy plagado de ideas, no logro encontrar el estilo y la concreción, hilvanar las ideas y las metáforas. Por esto me he inscrito en el "Gimnasio de escritura", esperando encontrar el arranque que se me hace esquivo. No quiero escribir para publicar, quiero escribir para difundir pensamiento critico y autocritica.

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Se unió en diciembre de 2024
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