@marguerite.camu
Historia de la caligrafía: de los textos sagrados a los memes de internet
Descubre la historia detrás de una práctica que fue considerada más importante que la pintura
Sin importar si era considerado un arte o una tarea pesada cuando se popularizó, hace 2000 años, la caligrafía no solo ha logrado sobrevivir, sino que también ha conseguido prosperar en la era digital.
En la antigua China, cada caracter se consideraba una expresión del intelecto y los valores morales del calígrafo. Mientras tanto, en Europa, los monjes estaban tan hartos de copiar manuscritos religiosos que garabateaban sus quejas en los márgenes del texto.
A pesar de que ahora podemos escribir bellas letras con la ayuda de la tecnología, la caligrafía sigue siendo una expresión creativa popular y por razones que podrían sorprenderte…
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China
Aunque las formas de escritura china más tempranas se remontan al año 1200 a.C. y fueron halladas en huesos de animales (llamados “huesos oráculo”), la caligrafía con pincel y tinta cobró relevancia durante la dinastía Han, aproximadamente mil años después.
Por muchos años, la caligrafía fue el arte más reverenciado en China, incluso más que la pintura. Eventualmente, la pintura logró emparejarse con la caligrafía, pero esta última siguió manteniendo su prestigio, algo que se puede apreciar en las múltiples obras chinas que contienen ambas técnicas.
De hecho, el significado de las palabras escritas por un calígrafo a menudo era menos importante que el atractivo visual de los caracteres. En la actualidad, una simple nota sobre un obsequio de naranjas y un comentario sobre el clima son consideradas dos de las obras caligráficas más valiosas.
Los caracteres sobre la página también fungían como una reliquia a través de la cual se mantenía contacto con un ser querido. En el siglo I, cuando el emperador Ming de la dinastía Han se enteró de la inminente muerte de su primo (un hombre célebre por sus dotes caligráficas), inmediatamente ordenó conseguir diez palabras aleatorias escritas por él antes de morir.
Varias teorías tratan de explicar por qué la caligrafía fue —y sigue siendo— un arte tan importante en China. En primer lugar, el idioma mandarín se expresa con más de 7000 caracteres, cada uno conformado por una serie de complicados trazos. Así, no sorprende que escribir se convirtiera en un arte.
Muchos caracteres chinos evolucionaron de dibujos o —para decirlo de forma más precisa— pictogramas, una serie de símbolos gráficos que sirven como palabras. Con lo anterior, queda claro que escribir caracteres no era muy distinto a dibujar.
El Medio Oriente
De acuerdo con la tradición islámica, el primer objeto creado por Alá fue… la pluma. Específicamente, un cálamo, un artefacto que los calígrafos siguen usando para crear bellas obras de arte.
Al igual que en China, los calígrafos del Medio Oriente fueron más apreciados que los pintores y los arquitectos hasta el siglo XVI. Los calígrafos ocupaban tan elevado estatus porque se encargaban de plasmar la palabra de Dios en las páginas del Corán.
En etapas tan tempranas como el siglo XX, los caracteres caligráficos del Corán comenzaron a aplicarse a textiles, joyas, edificios y mosaicos, asegurando así que la palabra de Alá estuviera siempre presente en la vida cotidiana.
Sin embargo, hay otra razón por la cual la caligrafía era particularmente importante en el Medio Oriente. Si entras en una mezquita, notarás que no hay ninguna representación visual de un ser humano. Esto se debe a que la tradición islámica establece que Alá es el creador de todos los seres vivos, de modo que los artistas solo podían dar rienda a suelta a su creatividad formando las líneas y figuras geométricas de la caligrafía.
Europa
La caligrafía europea era menos un arte y más una labor manual.
La caída de Roma en el siglo V ocasionó el aumento del analfabetismo en todo el continente. No fue sino hasta comienzos del siglo IX cuando las cosas comenzaron a cambiar tras el ascenso de Carlomagno, unificador de Europa occidental. El emperador franco detestaba la ignorancia, así que decidió implementar un renacimiento intelectual y cultural a lo largo de toda Europa occidental.
¿Y a quiénes enlistó para cumplir con tal encargo? A los monjes.
Como resultado, el alfabetismo era algo exclusivo de los monasterios, donde los monjes se encargaban de copiar grandes pilas de manuscritos religiosos, así como otros textos de relevancia cultural. Esto ocurría en grandes salas llamadas scriptorium, donde, en una suerte de línea de producción, los monjes preparaban el papel y posteriormente lo entregaban a los amanuenses, quienes debían copiar cada texto de forma rigurosa, uno después del otro, dejando espacio para que los iluminadores adornaran los manuscritos con sus ilustraciones al final del proceso.
Este proceso, parecido al de una fábrica, derivó en la creación de una tipografía estandarizada llamada minúscula carolingia. Gracias a sus letras condensadas, formas distinguibles y mayúsculas claras, así como al espacio que se podía dejar entre palabras, leer y copiar textos se volvió más fácil.
A menudo, los monjes copiaban las escrituras desde el amanecer hasta el atardecer, e incluso muchos de ellos ni siquiera sabían hablar la lengua en la que estaban escribiendo. Sin embargo, no sufrían en silencio…
Muchos monjes dejaron registro de sus quejas en forma de marginalia, término que reciben los comentarios escritos en los márgenes de las páginas. Uno de los comentarios más famosos es aquel que dice “¡Te maldigo, pluma!” o el otro que reza “Así como el puerto es bienvenido por el marinero, así también lo es la última línea para el amanuense”.
Pero lo que sería aún mejor recibido por los amanuenses o copistas sería la aparición de la imprenta, inventada por Gutenberg en 1436. Ahora, los libros podían hacerse con máquinas en vez de con la mano humana, lo cual permitió producir publicaciones de forma más rápida, fácil y barata. Además, también ayudó a incrementar los niveles de alfabetización en toda Europa.
Durante algún tiempo, la caligrafía siguió siendo empleada, en particular para escribir documentos legales y financieros, en los cuales quedó registro del crecimiento mercantil de Europa durante los siglos XVII y XVIII. De hecho, al pensar en la palabra “caligrafía” a muchos nos viene a la mente la tipografía Copperplate Cursiva, un estilo de letra que tuvo gran auge durante esta época.
Pero como la caligrafía dejó de ser una necesidad, su uso y consideración como forma de arte entró en declive hasta que cierto personaje inglés la revivió en los años 1900.
Edward Johnston sentía una gran fascinación por los manuscritos medievales, y por ello dedicó su vida a aprender y enseñar el arte de la caligrafía. Considerado el padre de la caligrafía moderna, también es conocido por crear la tipografía y el rondel del logotipo original del metro de Londres, un diseño icónico y representativo de la ciudad.
La próxima vez, mira a tu alrededor y contesta las siguientes preguntas: ¿estás eligiendo tu café de un menú bellamente escrito sobre un pizarrón?, ¿le diste scroll e ignoraste la foto de una nota inspiracional escrita a mano y publicada en redes sociales?, ¿o quizás recibiste una invitación de bodas escrita con cariño?
En nuestra sociedad cada vez más digitalizada (y quizás a causa de ello), cada vez más gente está recurriendo a la meticulosa, lenta y satisfactoria belleza de la caligrafía.
Después de todo, no hay nada como poner la pluma sobre el papel.
Versión en español de @arturo_torres_landa
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