Claudia Andujar, la fotógrafa que dedicó su vida a mostrar a los invisibilizados
Descubre la fascinante obra de la creadora y activista suiza-brasileña de 90 años, defensora de la causa indígena
Hace medio siglo, cuando Claudia Andujar visitó por primera vez la vasta tierra de los yanomami, un territorio más grande que Portugal situado en el extremo norte de Brasil, habitado entonces por poco más de 30 000 almas, esta antigua civilización aún vivía casi aislada y mantenía un estilo de vida tradicional.
A lo largo de las siguientes décadas, pudo documentar lo que la aculturación supuso para los pueblos de la selva. Minería ilegal de metales, acaparamiento de tierras, pérdida de referencias y tradiciones, enfermedades y miseria.
Entre el período más duro del agresivo desarrollismo de la dictadura militar y la imperfecta redemocratización de finales de los años ochenta, la fotógrafa suiza naturalizada brasileña capturó la acelerada transformación que impactó a las poblaciones de los habitantes originales del país que aún quedaban.
Este registro es el eje principal de la mayor exposición realizada hasta ahora sobre la trayectoria de la fotógrafa, artista y activista, a punto de cumplir 90 años. Una exposición organizada por el Centro de Fotografía KBr, de la prestigiosa Fundación Mapfre, en Barcelona, en colaboración con el Instituto Moreira Salles (IMS), en Brasil, y comisariada por Thyago Nogueira, coordinador de fotografía contemporánea del IMS.
Se trata de una amplia panorámica formada por unas 300 fotografías centradas en su convivencia con los yanomami, instalaciones audiovisuales y dibujos realizados por indígenas, una selección realizada por el curador durante una investigación de cuatro años en el archivo de Andujar.
"Estoy conectada con los pueblos indígenas, con la tierra, con esa lucha esencial. Todo esto me conmueve profundamente. Y me parece muy necesario. Quizás siempre haya buscado una razón para vivir en esa esencialidad. Y por eso vine a la selva amazónica, instintivamente, mientras me buscaba a mí misma".
- Claudia Andujar
Nacida en el cantón suizo de Neuchâtel el 22 de junio de 1931 y registrada con el nombre de Claudine Haas, vivió en carne propia, siendo aún una niña, la violencia del odio hacia el diferente. La familia de su padre, judía, fue diezmada en los campos de concentración nazis de Auschwitz y Dachau. Consiguió escapar con su madre, protestante, a Estados Unidos, donde adoptó el nombre de Claudia, se graduó en pintura y trabajó como guía en la recién creada ONU, en Nueva York.
En 1955 fue por primera vez a Brasil. Decidió instalarse en São Paulo y dedicar su nuevo trabajo como fotógrafa a los pueblos oprimidos, a los invisibilizados.
Ya en los años 60 publicó series sobre las víctimas "colaterales" del llamado milagro brasileño, un periodo de crecimiento económico bajo el régimen militar que dejó masas de miserables por el camino. Así, capturó para la posteridad las imágenes de las poblaciones del nordeste de Brasil que emigraban al centro-sur de Brasil, de las personas que tenían que volver al no encontrar oportunidades, de las familias rotas, de los marginados. Sus fotografías aparecieron en las páginas de publicaciones míticas, como las revistas Life, Aperture y Realidade.
Pero fue en 1971 cuando su carrera sufrió un punto de inflexión que la marcaría como fotógrafa vinculada a la causa indígena. De forma independiente, visitó la tierra de los yanomami, a la que volvería más veces en los años siguientes.
Imbuida de una visión antropológica y de un profundo respeto por los pueblos que empezaba a conocer, se ganó su confianza y pasó largas temporadas entre ellos, documentando en profundidad sus tradiciones, su religiosidad y su visión del mundo.
Lo hizo de forma esencialmente experimental, explorando técnicas de infrarrojos o de doble exposición, entre otras muchas, y aprovechando la espectacular luz amazónica para crear imágenes de carácter onírico, alejadas del estilo documental entonces vigente.
El interior de los yanos, las enormes casas colectivas típicas de la etnia yanomami, fueron el escenario de innumerables fotografías de Claudia Andujar.
En una de las muchas notas que integran la muestra que después de Barcelona irá a Londres y a Winterthur, en Suiza, la fotógrafa escribió:
"Por la noche, el yano es como el útero de una mujer embarazada, cálido y seguro. Es como la mano, redonda, que contiene la vida. Fuera hay oscuridad, frío y peligro. Pero en el interior la comunidad está protegida por las hogueras y el ambiente es acogedor".
La construcción de la Transamazônica, un proyecto nunca concluido que atravesaría la selva y dejaría en su lugar una cicatriz y miles de habitantes originarios desplazados, también llamó la atención de Claudia.
Sus fotografías de indígenas trabajando en la obra con la ropa y los cascos del contratista responsable del proyecto transmiten una sensación de desplazamiento.
Claudia Andujar observó y reveló al mundo el empobrecimiento acelerado de esta etnia, que no obtuvo una reserva protegida hasta 1992.
Hace unos años, al revisar una serie sobre una campaña de vacunación de los yanomamis que fotografió en los años 80, se dio cuenta de que los niños estaban identificados con placas numeradas, un frío registro de la burocracia estatal que la devolvió a sus primeros años de infancia.
Claudia se dio cuenta de que había una similitud entre estas placas y los triángulos que tuvieron que llevar sus antepasados judíos, todavía en libertad en una Europa oprimida por el avance nazi y también en los campos de concentración.
"La diferencia es que a los yanomami se les marcaba para vivir. Fue un sentimiento ambiguo el que me llevó, 60 años después [de la Segunda Guerra Mundial], a llevar un simple registro para cuestionar el método de etiquetar así a las personas", afirma Claudia, resumiendo cómo nació la serie Marcados, una de las muchas que la artista —reconocida en 2000 con el Premio a la Libertad Cultural de la Lannan Foundation de Los Ángeles (EE.UU)— dedicó a los indígenas, su razón de vivir.
Versión en español de @laura_bernal_m
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