Entrevistamos a Cactus Taller Gráfico, nominados al Grammy Latino
El estudio de diseño colombiano nos guía por su trayectoria y el proceso de creación de su empaque para Anónimas y Resilientes
Cactus Taller Gráfico, uno de los estudios de diseño gráfico para empaque de discos más importantes de Colombia, ya se ha llevado dos Grammy Latino, en 2015 y 2017, y uno más en los Grammy de 2018. Pero su nominación de este año, por su trabajo en el disco de Anónimas y Resilientes 'Voces del Bullerengue', es más especial que nunca: se trata del proyecto que desarrollaron durante su curso online, disponible en Domestika, 'Diseño de empaques para discos'.
Como esta noticia nos hizo enormemente felices, decidimos hablar con Carlos Dussan, director de arte de Cactus Taller Gráfico, para que nos hablase de sus sensaciones con respecto a la nominación, profundizase en el proceso de creación del empaque y nos diese un paseo por su extraordinaria trayectoria.
No es la primera vez que os nominan a un Grammy latino, pero ¿qué tiene de especial, de diferente, el proyecto de 'Anónimas y Resilientes' con respecto a los anteriores?
Lo bonito de este disco es que el proceso de diseño nos sirvió para enseñar a hacer discos a la comunidad de Domestika. En ese sentido, el proyecto tiene muchos cómplices, que son quienes toman el curso. Además, el disco es bastante peculiar: es un proyecto para descubrir talentos que llevan años cantando bullerengue en la región caribe colombiana y que han influido de forma indirecta en mucha de la música que se hace actualmente en Colombia.
Es muy bonito también que el diseño pueda ser un vehículo que permita dar a conocer estos increíbles talentos. También es el primer disco en el que fuimos productores ejecutivos junto a Chaco World Music, y nos encargamos no solo del diseño sino también de la producción de los empaques. Esto fue muy especial, porque para fabricarlos usamos un enfoque post-digital en el que mezclamos técnicas de impresión artesanal con producción digital. Esto nos permitió tener lo mejor de dos mundos: lo orgánico y el rastro manual y humano de la serigrafía y la precisión y el detalle milimétrico del corte láser, dada la complejidad del troquel. No creemos en esa falsa dicotomía que aún persiste entre lo analógico o lo digital.
¿Podríais sintetizar el proceso creativo que seguisteis para crear el empaque?
'Anónimas y Resilientes' es un proyecto muy particular porque parte de una investigación etnomusicológica, hecha por Manuel García-Orozco, y por tanto no es un proyecto típico de un músico o una disquera. Manuel fue a vivir cuatro meses a San Basilio de Palenque, a aprender lengua palanquera y a realizar etnografías de las cantadoras de bullerengue que allí viven y que nunca han sido reconocidas, a pesar de mantener viva la llama del bullerengue en la región donde nació.
Por tanto, teníamos muchos insumos (textos, fotos, vídeos... hasta recorrimos San Basilio de Palenque con Google Maps) desde los cuales pudimos desarrollar un concepto comunicativo que pudiera funcionar bien tanto en el empaque como en la gráfica. El concepto era que, a medida que se abriera, se pudiera descubrir quiénes son estas personas que dejan de ser anónimas una vez que lo has abierto completamente.
En un mercado tan competitivo, con proyectos de todo el mundo, ¿qué creéis que tienen vuestros diseños, que con ellos habéis ganado varios Grammys?
Creemos que, en estos tiempos que corren, la estética de la interacción se empieza a reflejar también en muchos medios físicos que son en apariencia estáticos, como el papel. Muchas de las técnicas que la ingeniería del papel desarrolló a finales de los 70 y hasta finales de los 80, y que fueron olvidadas por casi dos décadas, están resurgiendo de nuevo y empujando la frontera de las posibilidades de lo impreso.
Este paradigma post-digital, que te permite mezclar muchas técnicas, junto con esa idea genial de Peter Saville (una de nuestras grandes influencias por su trabajo en Factory Records) de reclamar el empaque del disco como un terreno de comunicación por derecho propio tan válido y a la par de la gráfica, podría ser lo que hace que a la gente le guste nuestro trabajo.
¿Por qué os gusta tanto diseñar empaques de discos?
Básicamente, porque nos fascina la música y somos amantes de los discos desde pequeños. Juliana y yo somos de la generación que creció con el vinilo, nos tocó la aparición del CD, el minidisc y la posterior desmaterialización de la música. Somos quizá la última generación que se sentó a escuchar un álbum entero mientras que contemplabas una imagen, que en ocasiones era la única fuente de información de lo que estabas oyendo.
Lo más bonito de todo está en que tu música favorita se vuelve una especie de banda sonora de tu vida, y algunos privilegiados podemos diseñar esas imágenes que van asociadas a esos sonidos y desde luego también a esos sentimientos, recuerdos y emociones. Eso, desde luego, es muy poderoso, así la imagen muchas veces esté a 300x300 pixeles.
De todas maneras, es muy interesante lo que ocurre, porque lo digital no mató la música en formatos analógicos; por el contrario, muchas veces usamos Spotify para saber cuál vinilo comprar, para ponerlo cuando nos sentemos a diseñar.
¿Por qué “taller” y no “estudio”, que es la denominación más habitual?
Es curioso, porque cuando empezamos con Cactus hace más de 13 años, en Cali, uno de nuestros primeros trabajos consistió en realizar una revista cultural sobre la ciudad que se llamó 'Papel de colgadura'. En ese entonces, en el estudio sólo estábamos Juliana y yo, y al enfrentarnos a esta revista, que fue el primer proyecto que realizamos en conjunto como Cactus, empezamos a experimentar con muchas herramientas más allá del computador, básicamente por dos motivos principales.
El primero, porque en mi caso (que estudié Economía y no Diseño) no tuve un entrenamiento formal de pregrado, y por tanto esa experimentación era mi forma de conocer las técnicas y las distintas posibilidades visuales de cada una de ellas. Hicimos lettering con curry, redactábamos con una máquina de escribir y escaneábamos lo escrito para usarlo dentro de la revista, recogíamos papeles de la calle para componer imágenes, pintábamos manchas con acuarela que luego escaneábamos y usábamos en ilustraciones... o hurgábamos en enciclopedias antiguas buscando semitonos guapos, dagas u ornamentos que pudiéramos recontextualizar dentro de una revista cultural caleña.
El segundo motivo es que, al ser ser solo dos personas, no queríamos que la revista tuviese un estilo marcado, sino que cada artículo brindara la posibilidad de explorar. Es por esto que creo que el estudio no tiene una línea visual o un estilo marcado, puesto que para nosotros cada proyecto es un proceso de búsqueda de los procesos, de las herramientas y de las posibles soluciones visuales para que puedas prestar tu voz a quien te está contratando.
Más allá de subir al escenario y recoger una estatuilla, ¿de qué os han servido los distintos premios que habéis conseguido con vuestro trabajo?
Los premios, sin duda alguna, han logrado visibilizar nuestro trabajo. En la primera nominación que tuvimos en 2011 nuestros competidores eran Javier Mariscal, Juan Gatti y Alejandro Ros, y eso para nosotros fue un gran espaldarazo: nos era inconcebible en ese entonces que alguien considerara que nuestro trabajo pudiera ser comparable con el de estos grandes del diseño, a quienes siempre habíamos admirado.
También han permitido que conozcamos y podamos trabajar con gente increíblemente talentosa en proyectos verdaderamente apasionantes. También sentimos que es un reflejo de lo que está ocurriendo con el diseño y los distintos estudios que hay en la ciudad de Cali (Cuántika, Veloveé, Ternario, etc.) y que también se consolida una atmósfera creativa en la ciudad que se refleja en eventos como El Festival de Diseño del Pacifico o el Movimiento de Empresas Creativas (MEC).
¿En qué os ayudó desarrollar el proyecto durante el curso?
Pues fue duro, porque teníamos un doble trabajo, a diferencia de si hubiésemos realizando uno u otro por separado. Tuvimos que arremangarnos y trabajar el doble de duro, al punto que en un par de ocasiones nos preguntábamos si había sido una buena idea.
En todo caso, decidimos esforzarnos y esto al final fue muy enriquecedor, puesto que impartir un curso te obliga a pensarte muy bien qué es lo que vas a comunicar y cómo lo vas a hacer, especialmente mucho del proceso, que generalmente es bastante intuitivo y del que rara vez dejas explícitos muchos aspectos. En ese sentido, la producción de Domestika fue impecable y nos ayudó a organizarnos tremendamente para pensar en el qué y en el cómo.
¿Por qué os gusta, además de crear, enseñar?
Porque aprendes mucho. Cada estudiante es un universo diverso y complejo del cual puedes aprender muchísimas cosas, a la vez que transformarlo positivamente a través de ese intercambio que llamamos enseñanza.
La labor del profesor ha cambiado tremendamente de ser alguien que tiene todo el conocimiento, y se ha replanteado a la de un facilitador de proyectos que surgen de las inquietudes de cada estudiante. Su rol ya no es el de saberlo todo e iluminar a sus alumnos ignorantes, sino más bien el de develarles cual puede ser el proceso de conocimiento, que se vean las costuras de estos procesos, para que cada uno pueda encontrar y construir sus propias respuestas a a partir de sus inquietudes personales y no tenga que buscar una figura “autorizada” en busca de validación.
Igual, la enseñanza y el diseño tienen muchas cosas en común, no dejas de ser diseñador cuando eres profesor. De hecho, puedes usar las mismas herramientas del diseño centrado en el usuario (o de design thinking) para generar más empatía con tus estudiantes y pensar en estrategias pedagógicas que sean más satisfactorias, de la misma manera a cómo lo haces al pensar en una estrategia de diseño de comunicación visual. Es decir, también puedes diseñar la enseñanza.
¿Qué consejo tendríais para alguien que esté empezando en el mundo del packaging para música?
Nunca trabajes en un disco para ganar un premio: piensa siempre en qué es lo mejor para el proyecto y cuáles son los requerimientos del mismo. Si alguien te contacta por ese motivo, toma el trabajo pero ignora todo lo demás. Nunca sacrifiques la comunicación de una idea en aras de la espectacularidad o la pirotecnia para impresionar a un jurado. Piensa siempre que tu trabajo es ayudar a contar una historia que ya se cuenta musicalmente, y que tienes dos elementos muy potentes, como son la gráfica y el empaque, para materializar las ideas de otro artista: evita convertirte tú en el protagonista de la historia. A menos que seas el diseñador de tu propia música, claro.
Si quieres saberlo todo sobre el proceso creativo de Cactus Taller Gráfico, y sobre todo profundizar en cómo idearon el empaque por el que les han nominado a un Grammy Latino, tienes una oportunidad perfecta. 'Voces del Bullerengue' es ni más ni menos que el proyecto de su curso online 'Diseño de empaques para discos', en el que podrás aprender a compartir el packaging de un disco de música en un elemento de comunicación innovador.
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