CB Hoyo es el azote del mundo del arte

por Lucía Alonso @lucialonso

Este artista cubano se ha propuesto criticar el negocio del arte desde dentro: creando piezas artísticas con ironía incluída

CB Hoyo es cubano, de La Habana, aunque pasó buena parte de su vida en República Dominicana y actualmente reside en Europa. Como la gran mayoría de los niños, pasó su infancia rodeado de papeles y útiles de dibujo, aunque no fue hasta su juventud cuando empezó a tomarse en serio el arte; aunque esta última frase pueda resultar chocante para cualquiera que eche un vistazo a su serie 'Fake'. En esta, Hoyo imita el estilo de algunos de los artistas más importantes de los últimos tiempos haciendo una crítica directa al negocio millonario en el que hoy en día se ha convertido el mundo del arte.

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Banksy, Basquiat, Hockney, Matisse, Magritte, Warhol o van Gogh son solo algunas de las firmas que aparecen en los originales en los que Hoyo se inspira para crear sus obras, muchas veces mezclando el estilo de varios de ellos; y aunque pueda sonar contradictorio, son también los nombres de muchos de sus artistas favoritos, quienes le ayudaron a tomar la decisión de dejar un trabajo aburrido para dedicarse enteramente al arte.

Paradójicamente, Hoyo reconoce que, a diferencia de otras series –como 'Faded' (en la que pinta iconos de la cultura pop a golpe de borrones y manchas de color, mostrando que, de alguna manera, la fama de esos personajes es perecedera) o 'Money' (en la que interviene papel moneda para demostrar que el dinero tiene el valor que queramos darle)– 'Fake' ha sido la que más le ha que le ha granjeado mayor reconocimiento internacional y la que más le ha hecho crecer como artista, ya que para cada obra ha tenido que aprender las técnicas usadas por los grandes maestros del arte.

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Algo que tiene mucho mérito, ya que Hoyo es autodidacta y jamás asistió a clases de arte. Quizás ahí reside el germen de las ideas que empujan a Hoyo a crear con total libertad, a reinterpretar las obras de artistas mundialmente conocidos y a burlarse de los convencionalismos de galerías y coleccionistas que, muchas veces, se mueven más por el precio del arte que por el valor real de las obras con las que comercian.