La mano que dibuja es la mano que piensa
La evolución del dibujo: del australopithecus al homo sapiens, el poder comunicativo de la mano que piensa
Según la mayoría de historiadores y biólogos, las principales causas que hicieron evolucionar al australopithecus para convertirse en homo sapiens fueron el caminar totalmente erguido sobre dos extremidades en lugar de cuatro (homo erectus-bípedo) y la liberación de las extremidades superiores, especialmente las manos, con la posterior aparición del pulgar.
Estas cualidades llevaron a muchas otras, como la del lenguaje, que nos permitió socializar de una manera más enriquecedora y profunda.
Lo curioso es que algunos investigadores, como Frank R. Wilson, sostienen que fue precisamente el desarrollo del pulgar, con sus enormes capacidades para asir objetos y experimentar con sus posibilidades, lo que permitió que el cerebro evolucionara a muchos niveles intelectuales y propiciara la aparición del lenguaje. Desde este enfoque, fue la mano la que realmente permitió el gran poder de la comunicación verbal.
Desde tiempos remotos, hemos inventado herramientas para usar con las manos, que han permitido desarrollar también nuestras capacidades cognitivas. La representación simbólica mediante diferentes tipos de grafismos es un claro ejemplo de ello.
En los ámbitos del diseño en general y en la arquitectura en particular, el dibujo es un lenguaje propio y necesario. En el dibujo a mano alzada, se implican varias áreas cerebrales. Trabajan grupos de neuronas que están relacionadas con la percepción espacial y el movimiento, sincronizando los gestos del brazo y de la mano para distribuir una idea en el espacio físico del papel. Otras zonas están relacionadas con la memoria, ya sea para recordar lo que se quiere plasmar o para fijar el recuerdo de lo que se ha representado.
Dibujar es también una experiencia multisensorial. Aparte de la vista, se implican los sentidos del tacto, de la propiocepción e interocepción (la capacidad de sentir lo propio, el cuerpo, la postura), e incluso del oído y del olfato, especialmente si se dibuja con materiales como el carboncillo o papel especial que desprenda algún aroma. Este proceso da lugar a lo que en filosofía y en neuroarquitectura llamamos "embodiment" y "cognición extendida".
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Cuando se le pregunta a un ilustrador “¿Cuándo empezaste a dibujar?”, suele responder con otra pregunta: “¿Cuándo dejaste de hacerlo tú?”. Parece que hay algo innato e intuitivo en el acto de coger cualquier objeto y garabatear con él en todo tipo de superficies. Los niños se expresan con el dibujo antes que con las grafías de las letras de su propia lengua.
Cuando explico cualquier cosa, suelo coger un pilot y hacer un croquis, incluso si es en una servilleta de bar. Y cuando quiero medir una proporción exacta de un boceto, lo paso al ordenador y lo compruebo.
El debate sobre herramientas digitales versus herramientas físicas me parece peculiar. En ambos casos, usamos los dedos. La palabra "digital" tiene su origen etimológico en el vocablo "dígitus", que significa dedo. De hecho, existen tantos dígitos de una sola cifra como dedos tenemos en las dos manos. Esto sugiere que probablemente se empezó a contar con ellos.
Está claro que el dibujo con aplicaciones tecnológicas ha facilitado muchas tareas y sería impensable volver atrás. Al principio, nos despojó de cierta emocionalidad en la capacidad de comunicar gráficamente, pero hoy en día es difícil incluso distinguir cómo se ha realizado una ilustración o un plano.
El acto de dibujar a mano alzada, ya sea en papel o sobre un soporte tecnológico, está íntimamente ligado al proceso de pensar. El pensamiento fluye a través del gesto de la mano, consolidando nuestras ideas mientras son concebidas.
La inteligencia artificial y la neurociencia ya nos permiten materializar algunas de estas ideas sin el uso de nuestros instrumentos principales, los dedos. Sin embargo, el poder de "La mano que piensa" sigue siendo algo fascinante.
Consejos prácticos para usar el dibujo como un lenguaje:
El dibujo es un lenguaje, más allá de una expresión artística. Por eso, te animo a que no dejes de hacerlo. A veces, nos da pereza dibujar o sentimos cierto pudor, principalmente por la presión de cómo va a quedar o la frustración de cómo ha quedado nuestro boceto.
- Procura llevar siempre un bloc de notas para tenerlo a mano en caso de que aparezca una idea. Puede ser un cuaderno sencillo. A mí, por ejemplo, me sucede que cuando el cuaderno es muy bueno, me da pena estrenarlo. También puedes reciclar los que tengas por casa.
- No dibujes con la intención de que quede bien; dibuja como si solamente lo fueras a ver tú. Si pasas muchas horas delante del ordenador, te sugiero colocar papel debajo del teclado. Es más ágil que abrir una libreta cuando te sorprende una idea o un pensamiento.
- Empieza a comunicarte con esquemas gráficos cuando quieras explicar algo. Con el tiempo, irás desarrollando tu propio lenguaje visual.
Si trabajas con industriales, no temas dibujarles un boceto o un croquis. Es una herramienta que ellos también usan y, seguramente, os vais a entender fácilmente.
Espero que mi artículo te haya animado a dibujar en tu cuaderno o en tu tablet.
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