Bateria baja
by Alvaro Julian Moñux @alvarojmou
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Bateria Baja
Hace unas semanas tuve unas merecidas vacaciones (según se mire claro) y que mejor manera de desconectar del trabajo que yéndome unos días a mi pequeño paraíso particular sobre el cual trata este nuevo episodio del cazador nocturno.
Antes de nada, os quiero presentar a mi lugar de vacaciones de toda la vida; Alcossebre.
Situado en Castellón es un pueblecito muy tranquilo, que con los años se ha ido masificando, pero mola bastante porque aun no hay indicios de Chimobayismo, así que de momento el relax y la paz están a salvo.
No se me ocurre mejor escenario para trabajar a tope en la pasión que a todos nos une; la fotografía. Cuando uno trabaja en algo que le apasiona no necesita vacaciones, pero como no es mi caso, aproveche aquellos días para apasionarme si cabe todavía más de este extraordinario mundo.
Acostumbrado a la noche en Zaragoza, la cosa iba a resultarme un poco diferente, ya que no es lo mismo la fotografía nocturna en la ciudad que en el medio natural.
La primera movida con la que me tope es que en la ciudad las molestas luces residuales que no molan nada, son muchas veces tu aliado para poder enfocar aquello que quieres inmortalizar.
En Alcossebre, al lado del mar y con la luz que proporcionaba una media luna no había manera de poder enfocar absolutamente a nada!. En ese mismo momento me di cuenta de que hasta ahora había cazado poco menos con gafas de visión nocturna y que la fotografía nocturna en el mundo rural está en el nivel Champions League de la fotografía.
Tocaba improvisar y darle al coco para poder sacar alguna foto decente. Dios me dio algo que puede llegar a ser una ventaja o un inconveniente según se mire y es que como buen maño la tozudez viene de serie y yo no me rindo fácilmente, así que tras varias probatinas conseguí enfocar aquello que a mis ojos le parecía digno de ser mostrado al mundo.
Se trata de la Ermita de San Antonio. Es curioso porque contrasta bastante con el castillo reconvertido a discoteca que es está justo al lado cuyo nombre es Tunel. En Valencia ya se sabe que la hibridación fiesta-discoteca se puede acoplar a cualquier tipo de edificación. Me vais a decir que no mola una fiesta bakaladera en un Castillo? Brugalidad extrema diría yo.
Después de este primer “zas en toda la boca”, tocaba una segunda parada donde esta vez sí tuve como aliadas a las luces residuales que emanaban del pueblo.
Alcossebre mola porque tiene muchas playas y todas tienen algo. Al final de la playa Cargador hay unas dunas todo guapas con vegetación autóctona, que aparte de servirme para hacer herbarios para la carrera (si si, mi herbario para Biogeografía lo saque de allí), sirven también para ver el pueblo desde la lejanía. Por el día no deja de ser una vista normal de un pueblo con mar de nuestra querida Españistan, pero por la noche la cosa cambia. Las luces del pueblo se funden con las estrellas y si a eso le sumamos el susurro del mar, pues es difícil no hacer una foto digna de publicar. Simplemente te tienes que sentar en la arena, dejar que la arena trepe por arte de magia a tu cabeza, ponerte perdido, mojarte las zapatillas, enfocar y en cuestión de dos intentos tienes una foto cuando menos curiosa.
Pero no solo de fotos se alimenta el cazador nocturno, se alimenta de sensaciones. Estar sentado en la playa, de noche, completamente solo y con el sonido del mar como banda sonora revitaliza a cualquiera, y por cualquiera me refiero hasta el mismo Kimi Räikkönen que ni siente ni padece. Simplemente es una sensación de brugalidad extrema.
En contrapunto con el concepto de playa que todos conocemos, tenemos la playa de las Fuentes. Es una playa con manantiales de agua naturales que emergen de la arena generando un contraste extraordinario entre agua salada y agua dulce. No hay otra playa igual en España y lo que a priori puede parecer un inconveniente es una bendición. Es una playa muy curiosa y muy fotogénica como podéis ver. Cercada por dos malecones, las olas llegan mansamente a la orilla y eso hace las delicias de los frikis como yo de las fotos con efectos de seda. A su vez los reflejos que se generan en los manantiales de agua dulce hacen de esta playa algo mágico. Y si a eso le sumamos la carga emocional y los recuerdos y vivencias que he pasado yo desde niño en esta playa, pues el resultado ya de por si me pone los pelos como escarpias, pura pasión.
Continuando caminando por la costa y ya la última parada del capítulo nos encontramos el faro de cala Mundina. No soy muy ducho en arquitectura, pero creo que se lo podían haber currado un poco más, pero bueno como en Alcossebre todo mola (hasta el caloret), pues el faro este también es la hostia.
Tuve la enorme suerte de encontrarme con unos pescadores (supongo que eran pescadores, pero también podrían ser perfectamente macarras del pueblo jugando con linternas) que llevaban lámparas de estas portátiles y no hacían más que moverse de un lado para otro. Eso le da un toque diferente a una foto nocturna de larga exposición como es el caso y no podía perder la oportunidad de fotografiarlo. A lo mejor la foto no dice mucho, pero cuenta una historia, la historia de que existe otra manera de divertirse un sábado por la noche, una diversión sana con la cada vez comulgo mas y es que los sábados por la noche son mucho más que putas copas de brutal con cola y fiesta con su posterior resaca espantosa. Son momentos para despreocuparse de todo y hacer lo que más nos gusta; pescar, fotografiar, dormir 15 horas o incluso ver partidos de futbol de la liga australiana. Son momentos para cargar las pilas que precisamente es lo que me hacía falta en mi pequeña escapada de cuatro días que os acabo de mostrar. Misión cumplida.
Nos vemos en el próximo episodio y a disfrutar del caloret!!!! Feliz verano
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