Imagina que un día te despiertas y... / Imagine that one day you wake up and ...

GANCHO

Imagina que un día te despiertas y estás en otro país. Claro que no me refiero a esta sensación en el sentido literario ya que aún no podemos teletransportarnos, pero a veces nuestra mente funciona así, un día te despiertas, y es recién ahí, cuando te das cuenta.

PREMISA

Hace 5 años, un 28 de noviembre del 2017 llegaba a Barcelona con dos valijas (o maletas, en español de España), estaban llenas de alfajores, dulce de leche y vino para regalar. Solo tenía algunas de mis prendas de ropa favoritas y un par de zapatos. La única mochila que cargaba estaba llena de entusiasmo por la aventura que estaba por vivir pero no sabía que lo que estaba haciendo era asentarme en la base 1 del Everest de las emociones.

Los cambios no son fáciles, cuando decidí irme de Argentina tenía 26 años recién cumplidos, fue la edad perfecta ya que no era demasiado niña pero tampoco era demasiado adulta. El miedo y las inseguridades al cambio son muchas veces directamente proporcional a los años. Nadie te advierte lo duro que es salir a buscar a trabajo, haber estudiado por 7 años la carrera de arquitectura para que tus opciones se reduzcan a dependienta, camarera, niñera y recepcionista.

Una de las razones por las que decidí irme fue porque estuve dos años encerrada en mi habitación, sin motivación para levantarme cada mañana. No me consideraba capaz de conseguir ningún trabajo ya que según las empresas mi curriculum vitae no tenía nada de especial y era mejor contratar al sobrino del amigo que a una desconocida. No tenía claro si estaba frente a una crisis profesional o el contexto hizo que detestara la profesión que había elegido. 5 años después, esta idea resurgió, pero de esto hablaré después.

En marzo del 2018 conseguí mi primer trabajo como dependienta en una tienda de interiorismo, vendía menaje y diferentes tipos de muebles. Fue divertido pero tenía en claro que no quería esto para toda mi vida. Aquí podríamos decir que sufrí de la presión de lo que la gente considera el éxito, ¿Cómo sería en 10 años una madre que trabaja de dependienta llevando a sus niños al colegio frente a otras madres profesionales?. Imposible. Los pensamientos derrotistas me llevaron al siguiente paso: volver a estudiar. Mi hoja de vida mencionaba una universidad que nadie conocía con cursos con personas que tampoco conocían. Necesitaba algún papelito que alguien de aquí reconociera para que me crean que no era ninguna analfabeta y que perfectamente podía trabajar de mi profesión, o mejor dicho, de una rama de mi profesión.

Renuncié a mi trabajo de dependienta para dedicarme a estudiar una maestría y un posgrado, también dedique mi tiempo a salir de fiesta, viajar y disfrutar con un hermoso grupo internacional de amigos. Podría decir que este fue uno de los años más felices en Barcelona, de esa felicidad que se siente cuando empiezas algo nuevo, estas motivado y crees que el mundo está a tus pies.

Conseguí mi primer trabajo en una ingeniería, empecé bien desde abajo sin chistar. Acataba todo tipo de ordenes, trabajaba casi 9 horas diarias por un sueldo base pero no me importaba porque aún había montaña para subir. Paralelamente, vivía en una habitación de 2x2,50 metros conviviendo con 3 personas que en un principio eran totalmente desconocidas para mi. Pero nada de esto importaba, tenía un norte.

GATILLO

4 años después de trabajar duro y dedicar el 100% de los esfuerzos a mis objetivos, llegué a la cima. Plante la bandera. Tenía el puesto de directora de proyectos, mi grupo de amigos eran mis compañeros de trabajo. Disfrutaba lo que hacía pero empecé a sentir algo que no estaba en mis planes, empecé a desmotivarme. Empecé a sentir que para ganar el 50% del reconocimiento, tenía que dar 200% ya que había más personas beneficiadas a mi costa, esto me desgastó.

Casi sin buscarlo recibí una oferta que me ofrecían un poco más de dinero pero con la promesa de poder ganar mucho más y las posibilidades de crecimiento era como decir el Aconcagua por encima del Everest. Acepté.

Al tercer día me di cuenta del error de mi decisión, el puesto no era lo que se me prometía, los proyectos no me motivaban y el grupo de trabajo eran personas ya asentadas que no estaban dispuestas a aceptar ningún tipo de opinión de externos con algo de experiencia. Pasé de ser directora de proyectos, con lo que me había costado tener ese puesto, a secretaria en donde hacía las tareas que a nadie le apetecía o informes que nadie sabía hacer, todo esto, sin reconocimiento ya que los proyectos no me pertenecían. Aguanté 6 meses, con la esperanza de que todo mejore. Intenté desarrollar habilidades que no sabía que era vitales para la supervivencia en una empresa, como la comunicación, entender al que está en desacuerdo conmigo, cómo actuar con el que piensa muy diferente. Pero cuando me había puesto a aprender herramientas para una inteligencia emocional ya era tarde, no funcionaba. En verdad mi frustración se notó demasiado rápido y no pude disimularlo. Se terminó finalmente mi contrato laboral y no tenía un plan B.

Volví a tener la crisis profesional que tuve años atrás: ¿y si esto no es lo mío? ¿encontraré una empresa que me pueda adaptar y viceversa? ¿y si cambio de rumbo?. Una vez alguien me dijo que podré cambiar el timón de mi vida hasta los 35 años, esto significa cambiar de profesión, de religión, de pareja, de residencia, de lo que se me ocurra. Pero esto no quiere decir que después de los 35 no pueda seguir cambiando, sino que no querré hacerlo, necesitaré más estabilidad.

RESULTADO

Ahora estoy en el proceso abierto de selección en 3 empresas, no le tengo miedo al cambio pero siento que mi brújula no encuentra mi norte ni tampoco estoy segura que alguna vez lo haga. Quisiera terminar esta historia con una lección al estilo "descubrí lo que me apasionaba y aposté a eso, ahora tengo 50 empleados y administro mi tiempo, logré ser feliz en lo profesional". Pero no, estoy en búsqueda de preguntas que me traigan respuestas.

Lo único que tengo en claro es que quiero "el sueño del pibe" como diríamos en Argentina, me gustaría tener horarios y lugares flexibles, tener disponibilidad de viajar para ver a mi familia y volver. Encontrar una profesión en la que no procrastine cada 10 minutos por falta de motivación. Encontrar lo que me apasiona hacer todos los días de vida, ¿es demasiado ambicioso?

LECCION

A los 26 años entendí que las decisiones más importantes en la vida no se piensan demasiado, simplemente se sienten y se acciona. Nunca será el momento perfecto. Los adultos tenemos tendencia a pensar las cosas demasiado y en ese proceso nuestro reloj de arena corre. No tenemos que olvidarnos de lo más valioso que tenemos: nuestro tiempo. Si nuestros días se convierten en un suplicio, poner fin. Hay renuncias que son verdaderos logros.

CONCLUSIÓN

Ahora que tengo 31 años de edad, si bien estoy perdida y desorientada pero me alegra haberme dado cuenta de cuales son las prioridades. Me alegra haberme despertado, amanecer en este lugar y poder compartir mi historia. Después de esto, me gustaría leer más historias de superación, exponer nuestras debilidades nos ayuda a ser más humanos en un mundo donde parece que tenemos que vendernos de manera constante para ser aceptados.

HOOK

Imagine that one day you wake up and you are in another country. Of course, I don't mean this sensation in the literary sense since we can't teleport yet, but sometimes our mind works like that, one day you wake up, and it's only then, when you realize it.

PREMISE

Five years ago, one November 28, 2017 I was arriving in Barcelona with two suitcases, they were full of alfajores, dulce de leche and wine to give away. I only had a few of my favorite clothes and a pair of shoes. The only backpack I was carrying was full of enthusiasm for the adventure I was about to live but I didn't know that what I was doing was settling at base 1 of the Everest of emotions.

Changes are not easy, when I decided to leave Argentina I was 26 years old, it was the perfect age as I was not too young but not too old either. The fear and insecurities of change are often directly proportional to the years. Nobody warns you how hard it is to go out looking for a job, having studied architecture for 7 years so that your options are reduced to sales clerk, waitress, nanny and receptionist.

One of the reasons I decided to leave was because I spent two years locked in my room, with no motivation to get up every morning. I did not consider myself capable of getting any job because according to the companies my resume was nothing special and it was better to hire a friend's nephew than a stranger. It was not clear to me if I was facing a professional crisis or if the context made me hate the profession I had chosen. 5 years later, this idea resurfaced, but I will talk about this later.

In March 2018 I got my first job as a sales clerk in an interior design store, I sold household goods and different types of furniture. It was fun but I was clear that I didn't want this for my whole life. Here we could say that I suffered from the pressure of what people consider success, what would a mother working as a sales clerk taking her children to school be like in 10 years versus other professional mothers. Impossible. Defeatist thoughts led me to the next step: going back to school. My resume listed a university that no one knew with courses with people they didn't know either. I needed some little piece of paper that someone here would recognize so that they would believe that I was not illiterate and that I could perfectly well work in my profession, or rather, in a branch of my profession.

I quit my job as a sales clerk to dedicate myself to study a master's degree and a postgraduate degree, I also dedicated my time to partying, traveling and enjoying myself with a beautiful international group of friends. I could say that this was one of the happiest years in Barcelona, that happiness you feel when you start something new, you are motivated and you think the world is at your feet.

I got my first job in engineering, I started well from the bottom without complaining. I was working almost 9 hours a day for a basic salary but I didn't care because there was still a mountain to climb. At the same time, I lived in a room of 2x2,50 meters living with 3 people who at the beginning were total strangers to me. But none of this mattered, I had a north.

TRIGGER

4 years after working hard and dedicating 100% of my efforts to my goals, I reached the top. I planted the flag. I had the position of project manager, my group of friends were my co-workers. I enjoyed what I was doing but I started to feel something that was not in my plans, I started to get demotivated. I started to feel that to earn 50% of the recognition, I had to give 200% since there were more people benefiting at my expense, this wore me out.

Almost without looking for it I received an offer that offered me a little more money but with the promise of being able to earn much more and the possibilities of growth was like saying Aconcagua over Everest. I accepted.

On the third day I realized the error of my decision, the position was not what I was promised, the projects did not motivate me and the work group were already established people who were not willing to accept any kind of opinion from outsiders with some experience. I went from being a project manager, with what it had cost me to have that position, to a secretary where I did the tasks that nobody felt like doing or reports that nobody knew how to do, all this, without recognition since the projects did not belong to me. I held on for 6 months, hoping that everything would get better. I tried to develop skills that I didn't know were vital for survival in a company, such as communication, understanding who disagrees with me, how to act with those who think very differently. But by the time I had started learning tools for emotional intelligence it was too late, it wasn't working. In truth, my frustration showed too quickly and I could not hide it. My employment contract was finally over and I didn't have a plan B.

I had the same professional crisis I had years ago: what if this is not my thing? will I find a company that can adapt to me and vice versa? what if I change course? Someone once told me that I will be able to change the helm of my life until I am 35 years old, which means changing my profession, my religion, my partner, my residence, whatever I can think of. But this does not mean that after 35 I will not be able to continue changing, but that I will not want to do it, I will need more stability.

OUTCOME

Now I am in the open selection process in 3 companies, I am not afraid of change but I feel that my compass does not find my north and I am not sure it ever will. I would like to end this story with a lesson like "I discovered what I was passionate about and I bet on that, now I have 50 employees and I manage my time, I managed to be happy professionally". But no, I am in search of questions that will bring me answers.

The only thing I know for sure is that I want "the kid's dream" as we would say in Argentina, I would like to have flexible schedules and locations, to be able to travel to see my family and come back. To find a profession in which I don't procrastinate every 10 minutes due to lack of motivation. To find what I am passionate about doing every day of my life, is it too ambitious?

LESSON

At the age of 26 I understood that the most important decisions in life are not overthought, they are simply felt and acted upon. It will never be the perfect moment. We adults have a tendency to overthink things and in that process our hourglass is ticking. We don't have to forget about the most valuable thing we have: our time. If our days become an ordeal, put an end to it. There are renunciations that are real achievements.

CONCLUSION

Now that I am 31 years old, although I am lost and disoriented, I am glad to have realized what my priorities are. I'm glad I woke up, woke up in this place and can share my story. After this, I would like to read more stories of overcoming, exposing our weaknesses helps us to be more human in a world where it seems we have to constantly sell ourselves to be accepted.