Versión final: DIÁLOGO FINAL CURSO
by Ivonne Ramirez @rivonne
- 124
- 4
- 3
Versión final: DIÁLOGO FINAL DEL CURSO
(títulos sugeridos serán bienvenidos)
—Por diossss, que se calle... que se calle ya —Los ladridos agudos le cincelaban la cabeza con breves y repetidos golpes en la sien. Con cada cincelada sentía que se desprendían minúsculos pedazos de su cráneo. Se acarició las sienes con suaves movimientos circulares. Temía, que si presionaba mucho, su cabeza se desmoronaría en pedazos. Con los ojos entreabiertos mira a su izquierda.
«¿Y este? ¡Jjh!, Ahora ve el baske con audífonos... que le va a importar si el perro ladra». —murmura para sí. Quiere gritarle algo, sacarlo de su confort, se contiene.
Exasperada se levanta del sillón, lo empuja a un lado fastidiada. En la cocina busca desesperada un pote de analgésicos. Tira con fuerza las puertas de la alacena, mueve frascos y cajas con brusquedad. Lo encuentra, toma una pastilla, se sirve una copa de vino.
«De nuevo histérica. Mejor me quedo aquí tranquilito». —piensa mientras da una rápida mirada a la cocina.
—¡Eso puñeeeeta! —Se levanta del sofá emocionado haciendo un gesto de triunfo con los puños—. El televisor de 65 pulgadas ilumina la sala con tonos azulados que bailan sobre su silueta.
—Estamos por tres’alante —dice conteniendo la voz—. Excitado coge el celular, textea:
Manuel _ 9:28 pm
“Kbron, viste el tiro d lebron???!”
Joselo_ 9:28 pm
“Loco claroooo”
Envía un gif de Lebron James donqueando.
“El tipo es unmonstro”
“Dn estaa”
“Vente aca enl break d media mitaf”
Manuel _ 9:29 pm
“Mano stoy jodio”
“La mujer sta brava”
“Si salgo soy hombre muerto”
Joselo _ 9:29 pm
Envía emoji gritando.
“Sandra encabrona...etas jpdio”
Envía un gif de un muñeco ahorcado dando vueltas en un abanico de techo
“Q hicite eata ves”
Manuel_ 9:29 pm
“No se!!”
“Nunca se”
El perro deja de ladrar, sólo se escuchan gemidos esporádicos.
—No lo puedo creer, gracias Dios, gracias —suspira profundamente. Se sirve la tercera copa de vino y se dirige a su habitación. Se recuesta contra el espaldar de la cama.
«¿Cómo es posible que esa vieja estúpida deje a su perro abandonado por tanto tiempo?», pensó molesta. —Este es mi hijito preferido, mi bebé, mi vida ─imita a la vecina con voz chillona—, vieja embustera.
Mientras toma el vino se entretiene con las redes sociales en el teléfono celular. Justo detrás de la pared de la habitación continúa, casi imperceptible, el gemido del perro.
Revisa sus uñas perfectamente pintadas, las brilla un poco con saliva. Toma la copa de vino y la eleva sobre sus hombros, visualiza la foto: Copa en primer plano, al fondo se distingue el ventanal del cuarto con cortinas voluptuosas, las ventanas de cristal dejan ver los reflejos multicolores de las luces nocturnas de la ciudad. Mira detenidamente la imagen, acomoda sus sortijas y brazaletes para que sean más visibles. Ajusta aquí y allá. Satisfecha, toma la foto con el móvil. La sube a la red, escribe: “Con vino en mano jueves en la noche. Noche para el amor.” acompaña la nota con 3 corazones. Escribe un hashtag: #enamorada. Va a publicar la foto, se detienen. Corrige: borra “noche para el amor”, cambia el hashtag a #enamoradadelavida. Envía.
Corre hacia el canasto del contrario, mira sus manos gigantes con dedos de garras filosas driblando con increíble habilidad. Ve al jugador contrario que se aproxima. Agarra la bola con una sola mano, se impulsa con sus piernas largas, larguísimas, da un brinco, se eleva sobre el contrincante, está en el aire volando hacia el canasto, pierde el control del vuelo, reacciona, da uno, dos, tres, cuatro pasos en el aire, recoge los brazos sobre su cabeza y donquea.
—¡Tomaaaaa! —grita extasiado.
El alarido de los fanáticos inunda el estadio. Cuando aterriza en el piso de la cancha oye un chillido destemplado. Mira al suelo asustado. Con sus pies gigantes ha pisado un perro pequeño y peludo que chilla sin consuelo. Despierta con el corazón acelerado. Se levanta de la cama, va al baño. En un largo y abundante orín se despoja de las cervezas de la noche. Regresa a la cama. Advierte que ella no está en la habitación. Escucha el gemido del perro, ahora aúlla desoladamente. Toma los minúsculos audífonos que están sobre la mesa de noche, se los pone y se acuesta.
Las noticias matutinas retumban por todo el apartamento. El televisor proyecta las imágenes policíacas del momento, el olor a café lo despierta.
Ella toma el café en la butaca, mira el celular, da miradas ocasionales al televisor.
El perro reinicia sus ladridos cortos, repetidos y agudos.
—No, no puedo más—dice en voz baja. Se levanta, va hacia Manuel.
—¿Lo oyes, estás oyendo? —Su voz se quiebra, le tiembla el labio inferior, se controla, no va a llorar. Él está en la cocina recostado contra el mostrador, desliza sus dedos sobre la pantalla del móvil, no reacciona.
—Manuel ¡Manuel coño! el perro. ¿lo oyes?
Manuel se quita uno de los audífonos.
—Tranquila, tranquila —responde aún distraído—. ¿Llamaste a…a… Doña Elsa, Elba?
El “tranquila” entra por sus oídos como una poderosa corriente eléctrica, estalla justo en el pecho, la corriente escapa por la boca, se hace voz:
—¡¿Qué, cómo?! ¿qué, qué tu me dices? Que me tranquilice... ¡¿yo?! —Las ojeras profundas no logran esconder la ira encendida en su mirada—. Tu te largas todos los días a la oficina. Allá te olvidas de todo. ¡Yo me quedo aquí, metida aquí! —Hace una pausa, respira profundo, suaviza la voz—. ¿Recuerdas que esta, esta es también mi oficina? Mis clientes me llaman aquí, me buscan aquí. Ya no puedo ni pensar con ese perro que no para de ladrar.
Manuel intenta acercarse a ella.
—No me toques —Su voz sale gutural, grave. Hace un gesto con las manos para mantener distancia—. Ni siquiera te has dado cuenta que ese perro lleva casi dos días chillando. La llamé, toqué a la puerta y nada... nadie contesta. Dejó ese perro solo.
—Lo siento. Sandra, lo siento, ahora mismo voy a hablar con el administrador. Algo tendrá que hacer.
Ella se percata de que el perro lleva un largo rato sin hacer ruido. Ansía que sea una señal de que todo terminó, que la vecina llegó o... que el perro se murió. Se siente culpable por pensar lo último. Tiene que trabajar pero el sueño la domina.
—Voy a recostarme un ratito, un ratito nada más.
El perro aúlla, es un aullido ensordecedor. Aúlla y ladra, ladra y aúlla. Sandra brinca de la cama, despierta desorientada, siente que la cabeza crece como una burbuja, una burbuja que está apunto de estallar. Una punzada de dolor le hiere el ojo derecho, la luz la ciega. Aúlla y ladra, ladra y aúlla, la burbuja se revienta.
—Maldito perro. ¡Maldito perro cállate, cállate, cállate, cállate, cállate! —grita mientras golpea una y otra vez la pared con furia. Sus uñas se parten, observa el dedo meñique que sangra en la base de la uña, mucha sangre, demasiada sangre. Rompe en un largo sollozo, se desliza rendida hacia el suelo. El perro continúa ladrando, los ladridos tienen eco, parecen quebrar la pared, primero una fisura delgada, luego otra y otra. Las grietas se agrandan, se extienden en ramilletes crujientes por toda la pared.
—¡Ya!… yaaa —dice a punto de desfallecer. Ve el celular tirado en el suelo. Se arrastra en cuatro patas hasta que lo alcanza. Marca, oye el tono, contestan.
—Manuel, Manuel... — está llorando, habla pero sus palabras se confunden con el llanto en un lenguaje disparatado.
—Manuel, Manu… ¿Me escuchas? Hola… ¡hola! —Desesperada da brochazos al aire con el aparato tratando de encontrar un punto de conexión. Se incorpora, busca presurosa la salida. Su mirada se detienen por centésimas de segundos en el espejo, no reconoce la mujer del otro lado. Sale al pasillo fuera del apartamento. Oye sonar el móvil.
«Es Manuel» —se dice esperanzada. Contesta. —Soy yo.…soy yo, Sandra. ¿Me escuchas? Yo si...no, no, no ¡No cuelgues! La maldita señal, es la maldita señal —Su corazón cabalga estrepitoso sobre su ondulante pecho, furiosa levanta el celular para reventarlo contra el suelo…
—¡ Sandra! —Le saluda agitado un hombre cincuentón que se aproxima de prisa. Detrás de él hay dos personas con camilla y parafernalia médica.
El hombre se apresura a abrir la puerta de la vecina mientras sigue hablando con ella.
—¡Chica otra vez!... Doña Alba... esta es la tercera vez en menos de un mes —Deja entrar a los rescatistas, la mira extrañado— ¿Estás bien?
Sandra no contesta.
—¿Recuerdas el corre corre de la semana pasada?
Ella no contesta, mira al hombre fijamente. Trata de construir gestos de serenidad que se desmoronan una y otra vez, está paralizada en medio del pasillo. El hombre se asoma por la puerta abierta.
—Ay Alba… bendito, tan sola y enferma—dice en una voz muy baja, como diciendo una plegaria. Aparece un perro pequeño y peludo, olfatea los zapatos del hombre.
Los radiotransmisores de emergencia invaden el pasillo con estática y voces. Sandra siente una brisa helada que envuelve todo su cuerpo. Se abraza a sí misma, con sus manos frota sus brazos enérgicamente tratando de calentarse. Siente la vibración del celular en la mano. Se detiene a mirar. La pantalla del aparato se ilumina: Alba Vecina.
SEGUNDA VERSIÓN:
Comparto los cambios en el final del cuento de la segunda versión. En total fueron tres versiones. Se me olvidó guardar la primera versión. Incluyo al final algunas anotaciones sobre la primera versión.
—Maldito perro. ¡Maldito perro cállate, cállate, cállate! —grita mientras golpea una y otra vez la pared con furia. Sus uñas se parten, observa el dedo meñique que sangra en la base de la uña, mucha sangre, demasiada sangre. Rompe en un sollozo desconsolado, se desliza rendida hacia el suelo. El perro continúa ladrando, los ladridos tienen eco, parecen quebrar la pared, primero una fisura delgada, luego otra y otra. Las grietas se agrandan, se extienden en ramilletes crujientes por toda la pared.
—¡Ya, yaaaa! —Sandra gruñe de hastío. Ve el bate de metal de su marido al lado de la cama. Hiperventila, gruñe. Gruñe, hiperventila. Agarra el bate.
—Voy a romper la puerta y matar ese perro.
Sale determinada hacia el pasillo, su pecho sube y baja estrepitoso con cada resoplo de rabia. Con bate en mano se aproxima a la puerta vecina.
—¡ Sandra! —Le saluda agitado un hombre cincuentón que se aproxima de prisa. Detrás de él hay dos personas con camilla y parafernalia médica.
El hombre se apresura a abrir la puerta de la vecina. Mientras, sigue hablando con ella.
—¡Chica otra vez!... Doña Alba... esta es la tercera vez en menos de un mes — Deja entrar a los rescatistas, mira a Sandra detenidamente a los ojos—, ¿No recuerdas? Hace menos de una semana —La mira extrañado—. ¿ Recuerdas el bajón de azúcar que le dio? Bendito, se que está sola pero tenemos que hacer algo, ella no se cui…
Sandra mira la nada, la voz del hombre se funde en murmullos inentendibles. Está paralizada, cree que flota, no está segura. No está segura de nada. Un golpe frío, brutal, entra por sus pies, asciende veloz por todo el cuerpo, le congela la cabeza.
Cambios a la 1era versión:
1. El tiempo de narración ahora siempre es presente. La da un tono de inmediatez, ayuda al clímax.
2. Trabajo con más detalle la personalidad contenida de Sandra.
3. Cambio el final. Me parecía muy evidente. Intereso construir un final más abierto, que cree dudas, más que certezas. Que provoque al lector a construir la historia.
4. Trabajo con muchos cambios en la estructura de los diálogos.
3 comments
rivonne
PlusDear Jimena: Thank you for this enriching experience. I learned a lot, everything I learned has been very useful to me. It took me a while to finish because I had little trouble trying to choose the story. My personal stories are very long or lack dialogue. I ended up opening the newspaper determined to choose the first piece of news that I found as a forced foot for my project. My eyes crashed at the news of a legal dispute between neighbors because of a barking dog... voila! It took me a while, my children gave me their opinion, changes, weeks letting it season, etc, etc.
I took some "narrative risks" but I think that's the idea, right? So I will learn more with your comments and analysis. A big hug from Puerto Rico.
See original
Hide original
jimenaemeuve
Teacher PlusHi Yvonne.
I am glad to read that you took your time, both to find the story and to execute and correct it. I think that in this news about the dog you could see very well that "something" that is felt when a story has to be told in a certain format. And it is very good to wait for it to appear, in this case it was a success, Sandra had an overwhelming present that made her talk and, above all, have a change. Getting more and more stressed is enough of a change to sustain a story.
I think you might consider putting some sort of division on your scenes . Or chapters, however you want to tell them. My suggestion is because there are time jumps between one and the other, and having some mark that divides them could help us make the cut during the reading. Not having that mark, at least it took me a while to distinguish the change. For example: first I thought that Manuel had dreamed because he fell asleep watching the game. In that scene change and in the last 3, it would help a lot to have a mark that indicates the temporal ellipsis. You can use one line or one header for each segment.
Regarding the voices of the characters, of course Sandra was the one with the most development. I distinguished certain repetitions in his speech, a kind of back and forth. Very well that. Also the moment of the chat is well achieved.
This image of the barks breaking off bits, first of Sandra's skull and then of the walls, wonderful.
With the neighbor I have the impression that it would not be bad to know her name beforehand. I notice that in general you kept the names to yourself and it seems appropriate to me, but in the case of Alba, since the ending depends on her and on being named, I think it is worth mentioning her before. I even found where it could be, so as not to arrive at this note empty-handed. Look, in this parliament:
"How is it possible that stupid old woman leaves her dog abandoned for so long?" she thought annoyed. —This is my favorite son, my baby, my life ─she imitates the neighbor with a shrill voice—, old liar .
Sandra calls her "old" twice. I think the "stupid old lady" could be replaced by "that stupid Alba" or something like that.
And, a bit on the same subject, is the character of the man in his fifties who arrives the administrator? I'm pretty sure it is, and I think you could clear that up. It gives a lot of peace to see a character appear that they already mentioned to us.
Well, and since I mentioned the man in his fifties, I also wanted to add that it is hardly believable that, if this has happened to Alba three times in the last month, Sandra has not mentioned it before. You can make him not know, sure, but the man says it as if the whole building knows, and then you wonder: why didn't Sandra consider it?
Finally, I personally liked your second version of the ending better. The first one confused me, but to a level where I gave up because I felt like I hadn't understood anything. And I understand that you want to leave an open ending, but I think there are levels in the confusion that is created for the reader, and reaching the point of making him think that he did not understand anything is dangerous and can even seem tricky.
As you will see, the observations I make to you have to do with the distribution of information. In the general outline of the story and the narration-dialogue combination, I think you did a great job. It shows very careful and you handled different formats for dialogue (and thoughts), that's great, they coexist very well and make the page layout of your story very interesting.
I thank you for having followed the course so seriously, I am very excited to have helped you devise other ways of writing. I wish you the best of luck and that you continue to enjoy putting together little letters.
See original
Hide original
rivonne
Plus@jimenaemeuve
Hello: Thank you a thousand for your analysis and advice. I wasn't very convinced of that ending either, although there are several elements that I would like to keep in a 4th version. I will reread the story with your observations in mind and make adjustments. Not to publish it, rather as a practice. Thank you very much for such an excellent course, I have learned a lot. You have changed in me, in a radical way, the value and infinite possibilities of the use of dialogues in the narrative. Much success to you.
See original
Hide original
Log in or join for Free to comment