OXÍGENO
by Claudia @quito_1
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Elegir mal la casa donde se va a vivir puede afectar la salud en muchos aspectos. Particularmente, soy muy exigente en cuanto al ambiente donde vivo. Por eso, sufrí mucho cuando la compañía decidió trasladarme a otro país.
Incómodo, durante todo el fin de semana en la fría capital andina, visité muchas casas que olían a humedad o tenían fachadas decididamente feas. Impaciente ya, al ver que ningún sitio me gustaba, la agente inmobiliaria pasó a mostrarme apartamentos modernos.
Pero también me parecieron horribles. ¡Todos!
¿Por qué me causaban tan mala impresión casas y apartamentos en esa ciudad? Me di cuenta... tenían un gran defecto: ¡Las cortinas! Allí mantienen las viviendas en la penumbra. Pensé que eran introvertidos; pero alguien me explicaría años después, que la razón de fondo era que los hombres eran muy celosos con sus esposas, al punto de no querer que nadie las viera. Así, los cortinajes eran pesados, de colores oscuros, marrones o grises. Además, iban en doble capa que se arrastraba por el suelo, con muchos pliegues y adornos. Ningún ambiente estaba iluminado con luz natural, sino siempre se encontraba en la sombra o había que encender la luz, aunque fuera de día. El gasto de tela era impresionante y yo me sentía ahogar, con solo entrar.
Desesperado por encontrar una vivienda menos sofocante, decidí subir al Parque Metropolitano para que el aire puro aclarara mis pensamientos. Me habían dicho que al final de la calle Guanguiltagua, se encontraba el ingreso al bosque de 570 hectáreas que bordea la ciudad por el oriente.
Ascendiendo asfixiado por la empinada calle, con la cabeza levantada para detectar la entrada, me llamó la atención una empleada de piel cobriza, vestida de impecable blanco, sacudiendo un mantel por la ventana de un tercer piso. En el vidrio se leía "SE ALQUILA".
Me sonrió y preguntó a gritos si buscaba vivienda. Asombrado, respondí que sí, pero que no me serviría esa gran casa de 3 pisos. Se puso a reír: - No se alquila toda la casa... solamente el pent-house. ¡No busque más! Le va a encantar. Y si quiere, yo puedo trabajar para usted. Me llamo Mariela. Cocino sabroso y seré un beneficio extra en su negocio. ¡Ja! Ja!
Divertido, acepté el trato de inmediato, sin haber conocido siquiera el sitio, que resultó ser precioso. Tres gigantes ventanales completamente despejados miraban desde lo alto hacia la ciudad y surrealistamente, a los pocos vuelos internacionales que, ya despacio y a poca altura, llegaban al aeropuerto. Así de alta era la construcción.
Disfruté años este elegante sitio, que me hizo comprender que, a pesar de mis estrictos requisitos, había terminado eligiendo mi hogar en un respiro precipitado… por instinto… Y por fortuna, me resultó bien.
Tiempo después tuve que mudarme al valle, pues necesitaba un clima más benigno.
Agotado de visitar posibilidades desastrosas, le dije a la dueña de la última casa programada para ese día, que no me servía, porque ahora quería algo más pequeño y con jardín. En ese instante se repitió la magia: - Lo que usted necesita es la casita de mi hermana. Es pequeñita, a 4 kilómetros de aquí. Le va a encantar. Al despertarse, con solo mirar por la ventana, sin ningún obstáculo, se encontrará rodeado por flores y vegetación.
Cansadísimo de mirar casas feas, enormes y sin ventilación, respondí – Acepto. ¡Esa es! Por favor diga a su hermana que me la reserve para mudarme el próximo viernes. Hoy es muy tarde y ya no puedo irla a conocer.
La casita resultó ser el sitio más bello donde he vivido. Compacta, de estilo rústico con mucha madera y rodeada de un jardín primorosamente diseñado, era una explosión de color y canto de pájaros. Construida como casa de huéspedes, quedaba dentro de la casona de un diplomático prestigioso, lo que me daba tranquilidad cuando tenía que viajar y dejar a mis dos chicas solas. -Olvidé decir que la casita era tan agradable, que mi madre y mi sobrina se fueron a vivir conmigo-. Bueno: Realmente, nunca quedaban solas cuando me ausentaba, porque Mariela se había convertido en un anexo a la familia.
Lo más fantástico de la cabañita era una pequeña puerta escondida bajo la enredadera, que daba paso al parque comunal: Un mini jardín botánico, con siete hectáreas de árboles frutales, orquídeas y senderos, todo muy bien cuidado y encerrado por las lujosas casas que le servían de perímetro. Sinceramente, puedo afirmar que fuimos muy felices allí… Hasta que mi empresa decidió que debía irme a otro país. ¡Qué angustia!
Ante la inminencia del viaje y sin conocer a nadie en mi nuevo destino, recurrí a Internet. Nuevamente, nada me gustaba. Aquella era una urbe moderna, con su montón de cemento y plena de contaminación y humo, me imaginaba yo. Esta agobiante búsqueda nocturna en línea, empeorada por la imposibilidad de conocer las casas, me llevaron a un nivel de estrés cercano al asma, por lo que me encontré fatigado, esperando turno de atención médica en la sección de “Urgencias” del hospital cercano.
Para calmarme un poco mientras me administraban oxígeno, probé a hacer una lista de mis condiciones indispensables para la casa, buscando organizar mis pensamientos. ¿Qué quiero? ¿Qué es lo que de verdad me gustaría?
Escribí en una servilleta lo que me haría feliz, a sabiendas de que en la nueva ciudad no podría hallar nada semejante.
Estando en esa tarea, en mi teléfono celular sonó una campanita. Publicidad automática:
Nuevo Conjunto Residencial Campestre La Mariela, para que usted disfrute de aire puro en medio de la ciudad.Una oferta de inmuebles, casualmente en mi destino! Sin dudarlo, escribí un correo de respuesta: Favor reservar una casa a mi nombre y enviar datos para la transferencia de dinero.
Y liberando mi nariz de la incómoda cánula, salí silbando de la clínica a buscar un café. No creo que tenga que aclarar que La Mariela resultó ser un oasis, tal como lo había delineado en el hospital.
¡No se puede uno permitir una mala elección de vivienda!
2 comments
shaun_levin
Teacher PlusHi Claudia, A pleasure to read more of your writing! I loved the image of the first meeting with Mariela, almost as if the scene was predestined and the main character just had to walk onto the set :) I feel like this wants to be a much bigger story, about the places we live and how they impact on us, and maybe also about fate and chance, and how sometimes the right place at the right time appears in our lives! I also wondered if there was ever the wrong place at the wrong time – maybe there's been a bad experience in the past, which would make these beautiful places feel even more magical.
I like the specific details of Nuevo Conjunto Residencial Campestre La Mariela and calle Guanguiltagua and the Parque Metropolitano (thanks to Google maps I could get a glimpse of it all!) – maybe include even more specific details, more street names, the country the diplomat was from, maybe even a particular dish that Mariela prepared. Thanks for sharing another story with us. I hope you'll keep revisiting the courses and using the lessons to prompt more stories. Un saludo!
quito
Thank you Shaun, dear teacher, for your kind words, which encourage me and encourage me to trust my ability.
Actually, the only thing I did in this text was to follow its instructions, which, being so precise and correct, have triggered in me a series of ideas that come to me in an avalanche. On the other hand, in this course I learned that I have to think big, which I really appreciate.
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