HavanaStands

A través del tiempo y los elementos; de la esperanza y la desesperación; a través de los ojos de aquellos que un día se fueron y lucharon contra el mar cruel; de los que se quedaron y enfrentaron la historia, y de los nuestros, que venimos a maravillarnos, La Habana se mantiene, como un monumento a la resiliencia.

Las ciudades están hechas para sobrevivir a las ideas y La Habana es una muestra inmejorable de ello. Cada uno de sus edificios muestra una personalidad, un momento específico del tiempo y un poderoso sentido de ideología; todos ellos son piezas de un rompecabezas histórico, yendo desde la Colonia y el Barroco, el Neoclásico español del siglo XIX en El Malecón; la elegancia del Art Nouveau y Art Deco de comienzos del siglo XX, hasta las fuertes formas del Constructivismo traído por la Unión Soviética en la Avenida Carlos III. Todos ellos, de cualquier forma, están unidos por los signos del paso del tiempo, incrustados profundamente en sus fachadas.

Aún así -a pesar de la sensación de abandono que puede deberse a los vidrios rotos, las paredes resquebrajadas o balcones caídos- esta ciudad se mantiene fuerte de alguna forma; todas esas ideas perdidas en el tiempo serán siempre reemplazadas por el instinto de supervivencia, y tal vez, de inminente alegría. Todos estos son edificios que se rehúsan a morir, mientras que haya una luz encendida en algún lugar.