Mi proyecto del curso: Introducción a la escritura de historias de terror
Mi proyecto del curso: Introducción a la escritura de historias de terror
von Mariana Córdova Rodriguez @mariana_kordova
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La ventana del corazón
Objeto: Ventana
Voz narrativa: Narrador personaje
Después de un tiempo, volvimos a la casa de nuestra familia. Salir a buscar fortuna no salió como lo pensaban mis padres y eso que son muy trabajadores.
El barrio me parece grisáceo al igual que la casa, es una casa muy grande para los dos abuelos, pero es una casa que tiene más de cien años.
Al llegar nos reciben los abuelos, siempre sonrientes, aunque sea la desilusión de una vida independiente a ellos lo que nos haya traído de regreso. La verdad es que ellos no querían que mi madre se fuera de casa al casarse, la retuvieron tanto como podían hasta que fue mi cumpleaños numero ocho que agarro sus maletas junto con nosotros en busca de una vida fuera de su hogar. Así ella inició una vida en un departamento pequeño donde llegábamos a las justas con lo que ellos ganaban. No le importaba mucho que todos durmiéramos en una misma habitación, que la sala y el comedor no tenga separaciones y que la cocina vieja pegue las grasas en la pared blanca.
El antiguo departamento no se compara con la casa de los abuelos, al menos tendremos cuartos para cada uno. Entramos con las cajas de ropa y los pocos muebles que nos quedaba, no era necesario usar un servicio de mudanza, todo el departamento era alquilado aparte vendimos algunos muebles hace dos meses para pagar el alquilar con los servicios, muebles como la mesa del comedor, una televisión del año 2010, el sofá de nuestra pequeña sala, el camarote que solía compartir con mi hermano y la mesita de noche de mis padres.
Mi hermano y yo nos aventuramos al segundo piso que estaba lleno de polvo, algunos muebles están cubiertos por mantas blancas, la abuela no puede estar subiendo todos los días para limpiar un piso que nadie usa. Por eso, mi hermano y yo decidimos limpiar todo el piso para poder acomodarnos en las camas antiguas ese mismo día. Tener una cama propia me emociona mucho.
Pasamos los días siguientes limpiando y acomodando las cosas de la casa, aunque no faltaban algunas peleas entre mis abuelos y mi madre, no eran malos solo querían tener a la familia cerca pero mi madre quería tener su propio espacio. El mal humor de ellos no nos permite estar relajados, aunque puede haber otro factor que nos incomode del que no hablan por miedo. Hablo de la ventana al final del pasillo. La ventana de la que mi madre siempre evita pasar o estar mucho tiempo cerca, cuando le pregunte por qué se movía rápido si pasaba por la ventana me respondió que le daba la sensación de caerse, de vértigo.
Esa ventana es la más grande de la casa, se puede ver el parque desde ahí. Un parque donde hay niños, familias felices y de vez en cuando veo a chicos de mi edad. Sin embargo, me ha tocado ir al baño de noche, cuando no se ve ni un alfiler y la ventana solo muestra oscuridad. En esas noches de silencio solo se pueden escuchar las ramas retorciéndose, aunque a veces me parece que son rasguños o algo más que rasguños. Mi hermano también me ha contado que algunas veces escucha como si quisieran abrir esa ventana, pero siempre que sale a ver que es lo que suena, no hay nada y se detiene el ruido. Estaría loca si creo que son rasguños, es muy alto el piso como para que alguien se trepe además no hay forma.
Las casas grandes y viejas siempre tienen secretos que descubrir, en esta casa en particular me llamo la atención la foto que encontramos en el tercer piso, como ahora somos más, nos ha tocado limpiar el tercer piso, donde hay un cuarto que esta lleno de cosas antiguas como una cuna, juguetes y ropa vieja. La foto que encontramos era de un hombre con bigote y lentes, una foto en blanco y negro. Cuando le pregunte quien era a mis abuelos, la abuela bromeo con que era el verdadero dueño de la casa.
̶ Mi papá me conto que su papá se peleo con ese señor de la foto, tu tatarabuelo Francisco estaba comprometido con tu tatarabuela Ignacia, pero Paolo – señalo la foto – Apareció un día reclamándole a Ignacia que “¿Cómo es posible que lo haya engañado?” “Que ya tengo construida la casa para los dos” esos gritos causaron una pelea en que tu tatarabuelo salió ganando, después no supo bien que paso con él, dijeron que se había tirado por la ventana muriendo de amor
̶ Ya mujer, deja de espantar a la niña – reclamo el abuelo sirviéndose una taza de café sin azúcar. - Esta casa la compro Francisco, no hay registro de que la hay construido ese Paolo
̶ Tampoco hay registro de que no – refuto sonriendo la abuela –
̶ Bueno, la casa ya venia con esa foto incluida en el tercer piso y tu abuela se ha dado el lujo de darle una historia – suspiro sintiendo que no había frenos para la mente creativa de su esposa –
La tarde siguiente la abuela, motivada, me mostro fotos familiares, por supuesto todas en blanco y negro. Me enseño fotos de Francisco e Ignacia, pude notar que mi madre se parece mucho a ella. La misma forma de su rostro, su nariz, hasta como se peina, recogido en una media cola, pero ninguna foto comprobaba la relación del supuesto Paolo con Ignacia.
Sea inventada o no, la historia que conto la abuela me hace imaginar muchas cosas, ya sabes, como se conocieron, porqué se casó con Francisco y no con Paolo. Aún tengo tiempo antes de que inicien mis clases en mi nuevo colegio así que subo al tercer piso con la excusa de seguir limpiando. Busco y busco, pero solo encuentro una caja de papeles llenos de polvo.
Hago un espacio en mi escritorio y saco todos los papeles buscando algo de ellos.
Pasan los minutos, pasan las horas y escucho el reloj del primer piso. Era muy tarde y yo estaba buscando una historia dramática. Me pongo rápido el pijama para olvidarme o pensar en otra cosa que no sea esa historia que me estaba comiendo la cabeza por la curiosidad de saber más. Quiero perderme en mis sueños para que le den un sentido o un cierre a mi curiosidad, pero es imposible dormir con la lluvia que cae.
Es imposible. Resuenan el tic tac del reloj y suena la campana de las tres de la mañana, me decido a bajar para tomar un poco de leche caliente que siempre me relaja, pero no he llegado a la puerta cuando escucho la ventana romperse.
Salgo asustada al igual que mi hermano y padre.
Solo vemos el vidrio roto, pero… hay algo extraño, si se hubiera roto por adentro de la casa los vidrios estarían en el jardín ¿no? Es lógico eso ¿no? Pero... Había vidrio en el pasillo.
¿Alguien se metió en la casa?
El viento sopla muy fuerte y pedacitos de vidrio rozan nuestras caras dejando pequeñas marcas. Mi papá toma rápidamente un pliego de cartón, esos que sobran de las mudanzas y limpiezas exhaustivas, le grita mi hermano que vaya por una cinta para ver si pueden repararlo temporalmente. Él se mueve rápidamente a su cuarto buscando la cinta que pidió mientras a mi me pide ayuda para sostener el cartón.
¿Dónde está mamá?
Esa pregunta cruza por mi mente y mis ojos, corriendo peligro de que me entren pedacitos de vidrios, se inclinan a vere por la venta. Mi grito de espanto fue capaz de despertar a mis abuelos que subieron lo más rápido posible.
En el jardín solo podía ver el cuerpo sin vida de mi madre.
Paolo ha reclamado la esposa que le pertenecía.


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