Mi proyecto del curso: Introducción a la escritura de historias de ficción
von Ivon Santino @hospes_victus3
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Primer borrador de mi historia.
Titulo: En la misma situación
Matías Barragán es un hombre ni tan chavo ni tan viejo, tiene 30 años, tiene una licenciatura en Administración. Tiene siete meses desempleado. Antes trabajaba como encargado de personal en una sucursal de una cadena de comics. Ante la caía de venta de comics físicos y el incremento de la venta de comics en versión digital, la afluencia a las tiendas de esta cadena ha disminuido lo suficiente como para que los dueños empezaran a hacer un recorte de personal. A Matías le tocó estar en el grupo de los despedidos.
Vive con su esposa que es enfermera aún sin plaza fija en una institución de gobierno, viven en un pequeño departamento que rentan. Y si bien en los meses que lleva desempleado no ha faltado el sustento en su casa gracias al trabajo de su esposa y al dinero de su liquidación, cada día que pasa se encuentran más cortos de dinero pues sus ahorros se le han terminado y su esposa aún no sabe si le extenderán contrato por la próxima quincena. Por lo cual los gastos de la renta, la comida, los servicios y los pasajes están en la cuerda floja con la posibilidad de no poder ser cubiertos las próximas semanas.
En esta situación a Matías le empieza a entrar la desesperación por encontrar un empleo lo antes posible. En estos meses que lleva buscando se ha encontrado con ofertas, pero las ha desechado pues piden muchos requisitos, que él si cumple, pero que pagan poco y son de horario extendido.
Así es como llega esta tarde al parque. Viene de una entrevista de trabajo que salió muy mal. Una cosa decía el anuncio que esta publicado en una página de trabajos de internet y otra muy diferente a lo que le dijeron en la entrevista. En la descripción del anuncio se veía atractivo, pero no en la práctica. En pocas palabras, el salario era el mínimo y lo demás en base a comisiones, con un horario de doce horas.
Viene saliendo del lugar donde fue la entrevista y se sienta en un banco del enorme parque. Saca su celular, se conecta al wifi gratuito del gobierno de la ciudad y, una vez más, decide buscar más ofertas. Mientras navegaba en Indeed, un joven de unos veinte años lo interrumpe ofreciéndole baratijas mientras le lanza un “speech” que raya entre el deseo de dar lástima y hacerse el simpático. Matías con una sonrisa amable le dice que no por ahora.
Matías sigue en su labor de seguir buscando ofertas de empleo por internet cuando un hombre de unos cincuenta años lo vuelve a interrumpir. Matías levanta la vista y observa que el señor trae un cajón de bolero. El hombre le pregunta si se le ofrece una limpiada de zapatos, Matías solo le da la gracias de manera amable y le dice que no.
No pasaron ni cinco minutos cuando una mujer de la tercera edad, se para al lado de él al tiempo que le enseña una pequeña cubeta con gelatinas. La señora solo se limita a decir “gelatinas, joven”. Matías ya un poco fastidiado por las constantes interrupciones se limita a solo negar con la cabeza.
El buen Matías sigue con su labor y encuentra un anuncio que se ajusta a su perfil, ve que quien oferta el empleo es La Costeña, así que piensa que es un trabajo serio. Saca una pequeña libreta y su bolígrafo para anotar los datos del empleo. Mientras está a punto de enviar su CV para postulación, escucha la voz de un hombre que le da los buenos días.
Matías levanta la cabeza y se encuentra con un hombre como en su cuarta década de vida que carga una mochila en su pecho. Resulta que vende dulces y le está ofreciendo. Matías ya enojado por tanta interrupción ahora simplemente hace un movimiento de cabeza y baja la mirada a su celular ignorando al vendedor.
Viendo que en ese parque no podía estar en paz ante tanto vendedor ambulante impertinente piensa ya en levantarse e irse a casa. Pero decide terminar de postularse al empleo. Ya estaba a punto de terminar cuando una voz femenina lo saluda y antes de que Matías tenga tiempo de bajar la cabeza e ignorarla la, mujer de unos treinta y cinco años, empieza a lanzar un discurso acerca de su proyecto de un hogar para animales, que la apoyara comprándole algún libro viejo que lleva en un morral igual de viejo. La mujer termina por darle el precio de sus libros viejos, entre 100 y 200 pesos, dependiendo el título. En una rápida mirada Matías observa esos libros y piensa que esas cosas viejas no valen más de 20 pesos en las librerías de usado de Donceles.
Con un “no traigo dinero” en un tono molesto, Matías termina por echar por tierra la aspiración de encontrar en ese tipo del parque a un cliente. La mujer se retira mientras le tuerce la boca a Matías. Molesta sin duda.
Matías ya harto de tanta interrupción se levanta y toma la calle que lo lleva rumbo a la estación del metro más cercana. Mientras va caminando bajo el sol, y maldiciendo haber elegido el traje negro, Hugo Boss que se compró con parte de un aguinaldo, que hace que ahora tenga más calor. Pasa por un puesto de dulces y está tentado a comprarse un agua pero sabe que sí lo hace descompletará el dinero del pasaje para la próxima entrevista. Así que decide aguantarse hasta llegar a su casa.
Sigue caminando y pensando. Molesto con él mismo por no tener dinero ni trabajo, furioso con los inoportunos y molestos vendedores. “Si supieran que yo estoy más jodido que ustedes” es el pensamiento de Matías. “Por qué esos vendedores piensan que a quién le ofrece sus productos tiene más dinero que ellos y los puede comprar” “Y todavía hay algunos que hasta se enojan si no les compras y no faltan los que se creen buenos samaritanos que dicen que hay que comprarles a esos ambulantes para ayudarlos, ¿Quién me ayuda a mí?”
Y con esta clase de pensamientos sigue rumbo hacía el metro. Esperando llegar a su casa para tomar agua y seguir en la búsqueda de empleo.
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